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Antonio Orozco se despide de Barcelona con un concierto en el Sant Jordi

"Hasta dentro de unos dos años no volveré a actuar en Barcelona", dice Antonio Orozco. Tiene cara de cansado, acaba de llegar de un concierto cerca de Valencia y ha dormido apenas cuatro horas. Parece vivir en los escenarios, de los que no se ha bajado en los últimos seis años. Pero esta noche (Palau Sant Jordi, 21.30 horas) se despide temporalmente de su público barcelonés porque una vez que concluya su gira por España a finales de octubre, llegará otra por Latinoamérica y después descansará -"me voy a hacer fotos a África", dice- para preparar con ánimo su nuevo disco, "que saldrá a finales de 2006 si todo funciona tal y como está previsto", asegura.

Considerando que estar en el escenario es para él "poco más o menos como un orgasmo" y teniendo presente que buena parte de su popularidad la ha conseguido sobre los entarimados, parece lógico preguntarle si tanto éxito, tantos discos vendidos y tantos halagos no le pueden hacer perder de vista el mundo. "Mi madre tiene cerca de 60 años y no necesita trabajar, pero lo sigue haciendo. Trabaja de interina en una casa y no hay manera de que lo deje, cree que es su responsabilidad. Es más, para el concierto de esta noche ha comprado 15 entradas para repartir entre la familia. ¿Tú crees que puedo perder el mundo de vista con una madre así?", pregunta, conocedor de la respuesta. Crecido en un ambiente de barrio trabajador en L'Hospitalet de Llobregat, huérfano de padre, responsable de la educación de su hermano de 12 años e hijo de una mujer de acentuadas convicciones éticas, Orozco no sueña con pajaritos. "Sueño con música, el veneno más adictivo que conozco, la droga que me ha mantenido en los escenarios durante tanto tiempo sin llegar jamás a cansarme".

La música, esa pasión que descubrió porque le permitía "ser cobarde y no afrontar ciertas cosas", por ejemplo decirle a una chica que le gustaba, "lo que hacía escribiéndole un verso con música", es la que le ha conducido a la popularidad mediante la venta de más de un millón de discos de sus tres álbumes. Esta noche, los tres discos estarán representados, dice, "en un repertorio muy amplio que dará forma a un concierto que creo que será muy intenso y que tendrá alguna sorpresa que de momento prefiero no desvelar".

Hablando de sorpresas, dos muy impactantes se llevó en su reciente actuación en un centro penitenciario de Aranjuez: "La primera, que debí firmar 200 autógrafos y ninguno era para los reclusos, sino para sus amigos y familiares. La segunda, una frase que me dijo uno: 'Los malos están fuera, aquí estamos los pringaos".

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