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Reportaje:

Ballesteros regresa a los 48 años

El cántabro volverá a jugar un torneo oficial de golf por primera vez después de dos años

Carlos Arribas

"Pero si yo nunca me he retirado oficialmente, no sé a que viene tanto revuelo". Se extrañaba Severiano Ballesteros ayer durante la presentación del Open de Madrid de golf (Club de Campo, 13 a 16 de octubre), torneo del circuito europeo de la PGA organizado por su empresa, de que el único asunto que interesaba a los periodistas presentes era el de su regreso a la competición. En cierta forma, tenía razón, él nunca ha pronunciado las palabras "me retiro del golf competitivo" o "me jubilo", pero en cierta forma, no: como su última participación en un torneo oficial data de octubre de 2003 (el Open de Madrid, precisamente), no sólo la mayor parte de la afición, sino también muchos sectores del mundillo del golf daban por sentado que en silencio, en la forma en la que nunca Ballesteros ha hecho las cosas, el mejor jugador de golf de Europa había decidido colgar los palos. ¿Qué otra cosa podría hacer a los 48 años?

Las únicas noticias que había generado Severiano Ballesteros desde octubre de 2003, aparte de las producidas por su actividad empresarial o por la celebración del bienal Seve Trophy, hablaban de un hombre que sufría, de un hombre atormentado, de un optimista crónico que se negaba a creer que su tiempo hubiera acabado y que luchaba insensatamente contra el dolor de espalda crónico, contra un swing que le empujaba a enviar la bola al lugar contrario al que apuntaba, contra unos gestores del golf europeo, árbitros, ejecutivos y patrocinadores, que no tomaban en consideración su historial, su carácter legendario, la dimensión extraordinaria de su figura. Se hablaba de las decenas de especialistas de medio mundo a los que había consultado que le habían quitado cualquier esperanza de que su espalda deforme, de que sus vértebras machacadas, tuvieran alguna solución; se hablaba de su obsesión por entrenarse, por dar bolas todo el día.

Ese personaje de tragedia no era evidentemente el sonriente y espléndido Ballesteros que ayer respondía feliz a cualquier pregunta sobre su estado de salud y su forma física. "No me duele nada la espalda", dijo Ballesteros. "Voy a un gimnasio todos los días y he fortalecido mucho el lado izquierdo de mi torso, que lo tenía menos desarrollado que el derecho, hipertrofiado. He practicado muchos swings a zurdas para buscar el equilibrio. He trabajado mucho la musculatura que rodea la columna. Pero, sobre todo, lo que mejor me ha ido ha sido la natación".

Hace una semana, durante la celebración en Irlanda del Seve Trophy -competición que enfrenta cada dos años a un equipo de las islas británicas, capitaneado por Colin Montgomery, contra uno de la Europa continental capitaneado por Olazábal-, Ballesteros se atrevió a decir a la prensa británica que no sólo volvía para jugar al golf, sino que volvía para ganar. Ayer, ante sus compatriotas, fue más comedido. "Llevo preparándome dos meses, dando muchas bolas, y me encuentro físicamente muy bien, he perdido peso, estoy listo para competir, llegaré hasta donde pueda", dijo, "pero me da buenas sensaciones volver a jugar precisamente al Club de Campo, un campo del que aún poseo el récord , el campo en el que hace justamente 10 años, en 1995, gané el Open de España, mi última victoria en el circuito europeo".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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