Antonio Drove, un gran cineasta para una mala época
Antonio Drove (Madrid 1942-París 2005) es sin duda uno de los grandes talentos desaprovechados del cine español. Su ejercicio de graduación en la Escuela Oficial de Cine, Caza de brujas (1967), retrataba con precisión el clima reinante en un internado religioso y el cómo favorecía el sentimiento de culpa y la delación en perjuicio de los compañeros.
En su día, debido a problemas políticos en la EOC, el filme no pudo estrenarse a pesar de haber obtenido la máxima calificación. Su primer cortometraje, ¿Qué se puede hacer con una chica? (1969), fue muy bien recibido por público y crítica, pero la única salida profesional que el contexto ofreció a Drove era el de las casi clandestinas emisiones culturales de la televisión pública.
En 1974 rodó su primer largometraje, Tocata y fuga de Lolita, una comedia irónica sobre el macho que no sabe envejecer. El éxito comercial hizo que el productor José Luis Dibildos adoptase a Drove para rodar una serie de comedias de la llamada "tercera vía", es decir, comedias que, respetando todas las convenciones del género, pretendían ser críticas con el franquismo moribundo: Mi mujer es muy decente dentro de lo que cabe (1975) y Nosotros, que fuimos tan felices (1976).
En 1978 Drove comenzó el accidentado rodaje de su mejor filme, La verdad sobre el caso Savolta (1978-1979). Es una adaptación muy libre de la novela de Eduardo Mendoza que se vio perjudicada por innumerables problemas de producción que le granjearon una injustificada fama de cineasta conflictivo y que le empujaron a la marginación.
De retorno a TVE, rodó con Ferràn Alberich una larga entrevista con el cineasta Douglas Sirk que sirvió como presentación soñada para un ciclo de dicho director. En 1987 adaptó El túnel, de Ernesto Sábato, un proyecto de gran estilo perjudicado por un reparto internacional poco adecuado.
Sólido narrador, muy bien aprendida la lección de simplicidad de los grandes clásicos de Hollywood, alérgico a las formulaciones políticas en primer grado, Antonio Drove no encontró su lugar en una industria que, cuando él comenzó, estaba en fase terminal y que, más tarde, no le quiso porque no formaba parte de ninguna "movida" ni podía explotar su imagen como "joven promesa". De ahí que sus películas y algunos de sus programas de televisión transmitan la angustiosa sensación de asistir al desastre irreparable de lo que pudo ser y no fue.
Antonio Drove falleció en París ayer sábado, víctima de una larga enfermedad.
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