El Barcelona está parado
El Valencia empata en el Camp Nou un partido en el que los azulgrana repitieron los errores de Madrid
Extraviado, fatigado y desganado, el Barcelona ha perdido el hilo de juego y va cediendo puntos sin remedio en el arranque de la Liga. No pudo anoche con el Valencia en un partido que pareció de dificultad máxima y que, sin embargo, en otro tiempo habría solucionado con comodidad. Aunque Rijkaard repitió el equipo del Calderón, quizá como una prueba de confianza, el Barcelona no supo corregirse y reincidió uno por uno en todos los defectos ya denunciados.
Al equipo le falta vida, un punto de nervio y también de apetito, y los adversarios han dado con el truco para combatir su fútbol generoso. Le enfrentan con un juego directo que evita la pérdida de la pelota, pues anulan la presión azulgrana, y le enfilan por los costados, su debilidad por la falta de especialistas y la dificultad que tanto Márquez y, sobre todo, Edmilson evidencian en las coberturas. El Valencia se juntó bien, le neutralizó un largo rato y le incomodó todo el partido: al inicio, cuando Valdés le sacó un remate de gol a Rufete después de un precioso centro de Aimar desde el costado derecho; durante el encuentro, en el momento de los dos goles, y también al final, a la hora de matar la contienda.
BARCELONA 2 - VALENCIA 2
Barcelona: Víctor Valdés; Oleguer, Puyol, Edmilson (Iniesta, m.73), Gio Van Bronckhorst; Xavi, Márquez (Belletti, m. 63), Deco; Giuly, Ronaldinho y Eto'o.
Valencia: Cañizares; Caneira, Ayala, Marchena, Moretti; Rufete, Albelda, Fabio Aurelio (Hugo Viana, m. 64), Vicente; Aimar (Mista, m. 75); y Villa (Di Vaio, m. 89).
Goles: 1-0. M 44. Giuly recibe un pase de Eto'o y, en jugada personal, supera a Cañizares. 1-1. M 52. Villa, de penalti cometido por Edmilson sobre él mismo. 1-2. M. 53. Valdés controla mal, el balón rebota en la espalda Villa y se cuela en la portería. 2-2. M. 80. A Cañizares se le escapa el balón y Deco, muy atento, marca.
Árbitro: Mejuto González. Mostró la tarjeta amarilla a Deco, Edmilson, Albelda.
Camp Nou: unos 75.000 espectadores.
Los errores de Valdés y Cañizares salpicaron una confrontación sin picante futbolístico
Muy tapada su línea de pase, al Barça le costaba alcanzar el campo contrario y trastabillaba a menudo en el suyo propio. No le cogía el punto al partido. Mejoró, sin embargo, antes de llegar al descanso porque no perdió la paciencia y encontró un alivio en el flanco de Giuly. El francés es hoy un jugador desequilibrante en el Barcelona. No sólo se ofrece reiteradamente y se niega a jugar al pie sino que abre el campo, rompe con sus diagonales, busca el desmarque. La actividad de Giuly resultó decisiva para un equipo sin creatividad ni velocidad. Eto'o reculó hasta la línea de medios, la defensa del Valencia no atinó a tirar la línea del fuera de juego y el camerunés habilitó la carrera del extremo derecho, que fulminó a Cañizares desde el primer palo con un remate preciso. El enojo del Valencia fue tremendo por entender que había falta previa en la jugada del gol. La acción expresó, en cualquier caso, la dificultad de Moretti para tapar a Giuly.
Al igual que ya ocurrió en Bremen y Madrid, el Barcelona no supo jugar entonces con ventaja ni siquiera con el descanso de por medio. El Valencia tomó la pelota, fue ganando metros y el Barcelona reculó hasta su área, un lugar en el que es especialmente vulnerable. Al equipo de Sánchez Flores le bastaron 10 minutos para remontar en dos acciones que reflejaron la voracidad de Villa frente a la suficiencia de Edmilson y Valdés. El central tiró al delantero en el área y el árbitro pitó penalti mientras el guardameta sacó de portería con el pie sobre el cuerpo del ariete y el balón se coló en la red azulgrana. El Valencia trampeó el partido con faltas tácticas y pérdidas de tiempo y el Barça se quedó tan tieso como frente al Atlético. No hay quien levante al equipo de la lona. A la que el contrario aprieta la marca de Giuly, los azulgrana se pierden en la cancha. Deco y Xavi no mezclan y Ronaldinho no aparece por ningún sitio. No hay noticias del brasileño, que a penas se ofrece y para nada encara, regatea o se la juega en el uno contra uno. Al Valencia le resultó relativamente cómodo controlar al Barcelona, falto de un jugador que diera sentido al equipo azulgrana. Destemplado, no supo sobreponerse el Barça a los goles de Villa y se fue consumiendo en un ejercicio de voluntarismo estéril para desespero de la hinchada, consciente de la fortuna del Valencia cada vez que visita el Camp Nou: no pierde desde el gol de Rivaldo (2000-2001) ni que cambie de delantero centro. Un día decide Oliveira, al otro Carew, después el Piojo y ayer Villa.
Muy precipitado y poco seguro, aunque perserverante, el Barcelona sólo se enchufó al partido por un error de Cañizares en un blocaje que habilitó a Deco. El empate fue un sedante para el Barça, tan estéril hasta entonces como el domingo pasado. El partido, al fin y al cabo, tuvo los mismos tics que el pasado, con la diferencia de que el Atlético parece hoy mejor equipo que el Valencia. El único cambio fue el marcador. El juego barcelonista resultó insustancial y tan previsible que a día de hoy se extraña a Messi, el único jugador diferente, al menos a juzgar por el partido frente al Juventus. Aunque trabajador, el equipo azulgrana no tiene chispa ni velocidad; se ha quedado clavado y el barcelonismo se siente desconcertado ante un cambio tan inexplicable: fue campeón con 12 jugadores y ahora no sabe ganar con 24. No hay manera de ponerse en marcha.
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