_
_
_
_
Entrevista:JOAQUÍN SABINA | Músico y poeta

"No quería ser cantante, soñaba escribir un gran libro"

Jesús Ruiz Mantilla

Entró hace poco al otorrino temblando. "No sabía qué me iba a decir", confiesa Joaquín Sabina (Úbeda, Jaén, 1949). Se imaginaba el peor diagnóstico, de cáncer para arriba, pero nada, no tiene nada y está como una rosa para volver a salir de gira. En la carretera, por esos teatros y plazas en cuya madera ha resonado alguna vez el eco de su laringe áspera y retemblona, es donde hará sonar las canciones de su nuevo disco, Alivio de luto, que sale hoy a la venta y que le ha costado parir dos años que no han sido precisamente los mejores de su vida.

Pero con las penas ahogadas -por lo menos ayer, con el enjuague de un whisky en copa de balón- y el parte meteorológico de su vida despejado, Sabina vuelve a la carga con canciones desgarradas, irónicas, radicales, que llevan el perfume de influencias variadas y que van desde Paolo Conte a Leonard Cohen, pasando por Francesco di Gregori, al que ha robado un ¡Viva Italia! para traducirlo en un Mater España.

Más información
Sabina pide disculpas en verso por su "gatillazo gijonés"

Ayer fue uno de los mejores días posibles para presentarlo. El cielo de Madrid estaba limpio de las metáforas que le han acechado. No había rastro de esas nubes negras que su amigo el poeta Luis García Montero le escribió como canción para sacarle de la depresión y que han quedado en el disco. "Cierto, hoy no se ven. Cada vez que un turista aparece por mi casa le digo que vaya al Prado a ver cómo pintaba el cielo Velázquez", asegura. "Lo de la depresión era una cosa que yo pensaba que le ocurría a otra gente y que a mí, tan listo, nunca me iba a pasar". Pero pasó y como llegó un día con su cadena pesada, otra mañana soltó el grillete y se fue. Sin avisar también, de sorpresa, como a Sabina le gusta manejar las riendas de su vida, sin programas. "Es cierto que me gustan las aventuras, las sorpresas, las cosas imprevistas. Por ejemplo, yo nunca quise ser cantante, soñaba escribir un gran libro", confiesa.

Y es un sueño vivo, para el que todavía se prepara. Hasta el momento ha probado la poesía con Ciento volando y uno de catorce (Visor), sus sonetos, que van ya por casi 30 ediciones. Pero ahora barrunta algunas memorias. "Se llamaría Cajón desastre y metería reflexiones personales, algún cuento, poemas también, lo estoy meditando", asegura.

Hoja en blanco

Junto al whisky luce un cigarro. "Dejé de fumar durante ocho meses, pero volví porque encerrarme a trabajar a las tres de la mañana sin tabaco me parecía inhumano", se justifica. En su caso parece bueno para mantener esa voz rota, tan personal, tan suya, con sello de vida y calle, de frío y sudor alejado de las academias y los cánones. Voz de Sabina y punto. "No creas. Sufro por esto. Se resiente después de dos horas cantando", afirma. Pero se agradece, más en esta época de clones de Operación Triunfo, cuando todo suena igual. "Es desastroso, son muy guapos y cantan muy bien, pero no haría cola para comprar ninguno de sus discos", suelta.

Tampoco quiere ir de sobrao. Tiene miedo, respeto a lo que digan, aun después de 27 años de carrera y 17 discos. "Después de todo, lo único que busco, virgencita, es quedarme como estoy y seguir haciendo canciones. Ahora salen 13 nuevas, pero he hecho 27 y sigo temiendo lo que digan de mi trabajo, soy más autocrítico, más reflexivo", confiesa. Aunque no llega a todos los comentarios. No le llaman la atención esos foros de Internet donde le exaltan sus fans o le denigran sus detractores. "El peligro es que una vez que te metes, no sales", asegura. Él prefiere la tinta y el papel sin garabatos, que es una de las cosas que más le excitan en esta vida. "La hoja en blanco, que, además de mis amigos, también me ha ayudado a salir del hoyo".

Joaquín Sabina, ayer en Madrid.
Joaquín Sabina, ayer en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_