Hay vida
Se abrió el melón y está bueno. El primer episodio de la España sin Pau resultó altamente esperanzador, no ya por la victoria, que la coloca con pie y medio en cuartos de final, sino porque la forma de conseguirla y las sensaciones que desprendió el equipo fueron inmejorables. El trabajo colectivo resultó de primera categoría, todos los jugadores se mostraron enchufados y la tarde, que se intuía complicada, terminó de forma tan espectacular como sorprendente, aunque con esta generación y como ya han demostrado sobradamente, te puedes esperar lo inesperado.
Un partido inicial siempre plantea dudas, más cuando te presentas a una cita de este calado sin tu máxima estrella y el sorteo te coloca como primer rival al anfitrión y se llama Serbia. Lo mejor que se puede decir es que ni lo uno ni lo otro resultó significativo. España jugó con la misma intensidad, contundencia, alegría y madurez como lo viene haciendo desde la aparición de la generación encabezada por Pau, aunque éste estuviese comentando el encuentro por la tele. Todos los mensajes del equipo español previos al campeonato mostraban una confianza en sus posibilidades tan elevada que por momentos podía parecer que era una forma artificial de espantar temores ante los posibles efectos de la falta de Gasol y así aumentar una seguridad que podía estar flaqueando.
No era el caso. España ha ido a Serbia a ganar el campeonato. O al menos están convencidos de poder lograrlo. La puesta en marcha no ofrece lugar a la duda sobre la ilusión, las intenciones y la ambición sin límites de este equipo. Ante el reto de hacer olvidar al gran ausente, todos dieron un paso al frente. El primero, como le correspondía por galones, Navarro. Haciendo lo que nos tiene acostumbrados, lo realizó sin los altibajos habituales y su incidencia en el partido fue constante en todos los minutos que dispuso. A Gurovic le hizo un siete y con su exhibición en el primer tiempo colocó a España en una dinámica que no abandonó nunca y a la que se fueron sumando casi todos.
Vidal borró del mapa a Bodiroga, Garbajosa puso su consistencia habitual, Rudy metió dos canastas monumentales, Felipe Reyes se fajó como siempre y Calderón estuvo impecable en dirección, intensidad, velocidad, capacidad ofensiva y lectura de las necesidades del juego. En Toronto tienen que estar encantados. Por haber, hubo hasta invitado sorpresa, de nombre Iñaki de Miguel, cuyo trabajo llegó a desesperar a los serbios, que veían como les robaba balones, rebotes y por si no fuese suficiente, lo adornaba con 14 puntos. Jugadores como De Miguel, con su impecable ética de trabajo, merecen recompensas como ser protagonista destacable de una victoria para recordar en el feudo del campeón del mundo. En definitiva, inmejorable estreno español que sin duda dispara su cotización y confirma que puede haber vida sin Pau. Al menos, por el momento.
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