<i>Enorme talento</i>
El talento de este colombiano, ganador nada menos que de tres premios Grammys en su corta carrera en solitario, se adueñó con todo derecho anoche de un Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, repleto de asistentes entre los que ondeaba un sin fin de banderas de Colombia. Quizá como para hacer sentir a este ídolo de la canción latina que no era tanta la distacia que le unía a su país.
Juanes
Juanes Juan Esteban Aristizábal (voz y guitarra), Fernando Tobón y Juan Pablo Villamizar (guitarra),Emmanuel Briceño (teclados), Andrés Felipe Alzate (percusión), Pedro Felipe Navía (bajo) y Waldo Madera (batería). Palacio de Deportes de la Comunidad. Madrid, jueves 15 de septiembre.
El talento de este colombiano, ganador nada menos que de tres premios Grammys en su corta carrera en solitario, se adueñó con todo derecho anoche de un Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, repleto de asistentes entre los que ondeaba un sin fin de banderas de Colombia. Quizá como para hacer sentir a este ídolo de la canción latina que no era tanta la distacia que le unía a su país.
Para abrir boca, el grupo zaragozano Los Peces desplegó su pop lleno de sensibilidad, de arreglos amables y con la voz de la carismática Clara Téllez al frente. Con canciones como su pegadizo y desprejuiciado Merodeando está claro que a Los Peces les esperan aguas realmente importantes dentro del panorama del pop nacional para hacer valer su propuesta musical y llevarla al terreno de los superventas.
Tras ellos, y con más de un cuarto de hora de retraso, Juanes hacía su aparición en antena ante el enloquecimiento del público, entre el que sobresalía de modo notable la presencia y el entusiasmo de las féminas, aunténticas fans del colombiano.
Sueños fue el tema elegido para arrancar con un repertorio que alcanzó los 22 temas en dos horas. Esto significa que Juanes hizo versiones realmente cortas y no se dejó llevar por largos desarrollos instrumentales más que en el solo de batería de Waldo Madera, un solo, por cierto, que remite a los capítulos más tostones del rock pesado y es innecesario para realzar el espectáculo que realiza Juanes.
Folclore
Éste prosiguió con un repertorio en el que el peso de las guitarras competía con las percusiones y alardes rítmicos del arquetipo dominante de música latina. Esto, como prueban las canciones y la visión que su autor muestra de ellas, es completamente innecesario. Los temas de Juanes tienen entidad suficiente y melodías y textos como para no tener que acudir a lo fácil, que en este caso es el folclore.
Todo lo contrario, los mejores momentos de la actuación se lograron en los temas menos raciales: el pop estandar de Es por ti, la reinvindicativa Qué pasa, la hermosa Tu guardián, dedicada a sus dos hijas, o el rhythm and blues titulado Dámelo.
Eso sí, el público prefirió los grandes éxitos del cantante: La camisa negra y A Dios le pido, dos temazos en los que la mezcla de ritmos supone un acierto y es capaz de captar a más espectadores. Todo un acierto que ha servido a Juanes para hacerse un hueco merecido en la primerísima fila de pop internacional.
El escenario no exhibió demasiado aparato; ni las cuatro pantallas de vídeo ofrecieron algo más espectacular que los primeros planos del cantante; ni las luces mostraron nada apabullante. El espectáculo, como suele pasar en el rock, giró en torno de la figura de un Juanes vestido de negro y que ejerció de más que correcto guitarrista. El concierto, pues siguió una línea siempre uniforme y no deparó extraordinarias sorpresas.
Fue la confirmación de un artista que ha tocado el cielo en muy poco espacio de tiempo, sin que llegar tan alto suponga, al menos de momento, un techo. Y lo cierto es que, en el balancín de equilibrio que hace su música entre su gusto por el rock y el peso de las raíces, le ayuda a no caer nunca del lado de la música estilo culebrón romántico. Esto ya es un descanso.
Babelia
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