El equipo del coleccionista

Picabia, Viola, Warhol o Modigliani. Ninguno son fichajes del Stade Rennais, pero el presidente del club bretón, François Pinault, los colecciona como si de jugadores se tratase. Y es que el equipo galo, históricamente marcado por su carácter pendular entre Primera y Segunda división, ha encontrado en el magnate su tabla de salvación y su apuesta por un futuro de Champions.

Contrariamente a la omnipresencia de los dirigentes de los equipos de fútbol españoles, Pinault es todo discreción. Acude al estadio Route de Lorient en un humilde segundo plano y no hace declaraciones. Es más fácil verle en los cenáculos artísticos que en los estadios de fútbol. Ahora, pese a que suministra ingentes cantidades de dinero al club francés, su reto es la creación de un museo de arte contemporáneo con su colección particular, la más grande de Europa.

Pinault, la cuarta fortuna de Francia, es propietario de la cadena FNAC, los hipermercados Printemps, la firma de moda Gucci o la casa de subastas Christie's. Algo inimaginable para un hijo de un serrero que nunca tuvo educación formal, pero que encontró en el reflote de empresas una buena manera de ascender en la pirámide social y de engordar sus cuentas corrientes. Cuando todavía era un pequeño empresario, empezó a interesarse por el arte contemporáneo y empezó a comprar pinturas casi al por mayor: Art Povera, picassos, brancusis, videocreaciones... Así hasta 2.000 obras que ahora va a mostrar en un palacio renacentista de Venecia. El multimillonario es un enamorado del fútbol y no ha perdido sus raíces bretonas. En su tierra es venerado porque ha estabilizado al equipo y lo ha convertido en uno de los más potentes de la Liga, con jugadores como Frei, Monterrubio o el sueco Kallstrom. Hoy (19.00), Osasuna tendrá mucho que pelear para que su tercera participación en competiciones europeas tras 14 años de ausencia se pueda prolongar hasta la liguilla.