Luxemburgo descubre las dudas
El técnico del Madrid reconoce que puede alterar el dibujo táctico por las bajas y el Lyón
¿Tras la derrota frente al Celta puede cambiar el sistema? Luxemburgo, tenso y algo susceptible: "El sistema no se cambia, por 90 minutos no voy a pensar que yo estaba equivocado, porque pensando como pienso he conquistado muchas cosas; la gente se guía por la emoción y yo, por la razón". Un par de minutos después, en la misma rueda de prensa en el estadio del Lyón, ayer tarde: ¿si no juega Beckham, tocado, jugará un medio derecho? "Se puede corregir el rombo en función del adversario". ¿Pero no ha dicho que nada de alterar el dibujo? "Dependiendo del contrario y de los lesionados sí, pero que nadie tenga dudas de que cuando estemos todos, el sistema será el mismo que hasta ahora".
Coartadas arbitrales al margen, y mientras Vanderlei Luxemburgo arma ese mecano centrocampista que él llama "cuadrado mágico", el Madrid vuelve a la Copa de Europa con más inquietudes que certidumbres: el varapalo frente al Celta, las baja por lesión de Zidane, los dolores de Beckham -que ayer apenas pudo entrenarse- y Pavón, la sanción de Ronaldo, la lumbalgia de Raúl, el estreno frente al mejor equipo del grupo, el recuerdo de Leverkusen... Con el 3-0 encajado hace justo un año ante el Bayer en Alemania en la retina, el subcampeón español tendrá que afrontar el reto con cuatro de sus cinco fichajes estivales en el equipo titular. Con Diogo en la sala de espera, es el turno de Sergio Ramos, Pablo García, Baptista y Robinho, cuatro futbolistas con un nexo común: jamás han jugado la Liga de Campeones, el torneo europeo por excelencia, el gran escaparate histórico de la entidad de Chamartín. Les ha llegado la hora y, en su debut, tendrán que medirse al campeón francés, el mejor equipo que ha tenido este país en décadas. Por algo puede convertirse esta temporada en el primer club de la historia de Francia que gana cinco Ligas consecutivas.
Pero el gran problema del Madrid ni siquiera es un rival solvente como el Lyón. La mayor contrariedad es interna. Luxemburgo no parece haber dado aún con la tecla adecuada y a sus tradicionales problemas defensivos el equipo añade ahora menos variantes ofensivas. Frente a dos recién ascendidos -Cádiz y Celta-, el Madrid ha recibido cuatro goles -dos en jugadas aéreas, uno tras el rechace de un penalti y otro por el imaginario de un árbitro calamitoso- y se ha llevado más sustos de la cuenta, mientras que su ataque ha quedado reducido a un embudo en el que se apelotonan un puñado de estrellas. Empeñado en convertir el juego por las bandas en un sacrilegio, el técnico brasileño ha optado por encerrar a sus estrellas en un adosado. Lejos de achicar en defensa, el Madrid achica en ataque. Sabedor de que no podía seguir por la vía del contraataque que el pasado curso le permitió presionar al Barça hasta casi el final del campeonato -lo que resultaría antediluviano en un equipo como el Madrid-, Luxemburgo quiere importar a toda costa el dibujo de la selección brasileña. Pero Zidane ya no es Kaká; ni, hoy por hoy, Raúl tiene la pegada de Adriano -que lleva casi 70 goles en los últimos 20 meses-; y, mucho menos, Gravesen o Pablo García, se aproximan a Emerson y Ze Roberto, los dos pivotes defensivos de la canarinha. La galaxia brasileña, en la que Baptista reside en el banquillo y Robinho es suplente de Ronaldinho, aún le queda lejos a este Madrid que Luxemburgo intenta perfilar. De momento, por los lesionados y el enemigo, ya admite que puede tejer al equipo de otra forma. Frente al Lyón, el medita pegar a Gravesen y Pablo García: muchos kilos y poca cintura.
Olympique Lyón: Coupet; Réveillére, Cris, Cacapa, Berthod; Pedretti, Diarra, Juninho, Govou; Carew y Fred.
Real Madrid: Casillas; Míchel Salgado, Helguera, Sergio Ramos, Roberto Carlos; Gravesen, Pablo García, Baptista; Guti; Raúl y Robinho.
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