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CELEBRACIÓN DEL ONZE DE SETEMBRE

La celebración gana relevancia en Sant Boi y Tarragona inaugura una escultura de Companys

Este año le tocaron los cambios también a Sant Boi. La celebración de la Diada en el municipio incorporó nuevos actos institucionales a la tradicional ofrenda floral a la tumba de Rafael Casanova. La reivindicación de Sant Boi de ganar protagonismo en esta conmemoración -la tumba de Casanova se encuentra en la iglesia de Sant Baldiri- fue escuchada por partida doble. Además de convertirse en la población escogida en el acto central en el Parc de la Ciutadella, el Gobierno catalán accedió a potenciar la puesta en escena de la ceremonia que cada año tiene lugar en Sant Boi. Esta vez, las autoridades tuvieron que esperar: ante las puertas de la iglesia y cargados con las pesadas ofrendas florales presenciaron la interpretación del Cant de la Senyera, la izada de la senyera y la actuación de los Castellers de Sant Boi.

Asistió el primer consejero, Josep Bargalló; el delegado del Gobierno central, Joan Rangel; y José Montilla en calidad de primer secretario del PSC aparcando por un instante su ministerio para no preceder en el orden protocolario a la representación autonómica.

Justo cuando acababan las ofrendas llegó el secretario general de Esquerra Republicana, Joan Puigcercós. Si bien todos los anteriores habían accedido entre empujones a la iglesia de Sant Baldiri, los republicanos lo hicieron cómodamente al mediodía. El PP local tampoco asistió este año a los actos porque la bandera española no ondeaba al lado de la catalana en el Ayuntamiento.

En Tarragona, todos los partidos, excepto el PP, y los principales sindicatos participaron en la Diada, que ayer se salió del guión tradicional debido a la inauguración de una estatua del presidente republicano Lluís Companys en la céntrica Rambla Nova, informa Oriol Aymí. La figura representa los últimos instantes de vida de Companys, descalzó y con actitud solemne, justo antes de recibir los disparos de fusilamiento que terminó con su vida en el castillo de Montjuïc tras la Guerra Civil.

En Lleida, un amplio despliegue policial protegió a las autoridades de un grupo de jóvenes independentistas que protestaban por el proyecto de convertir el convento del Roser -símbolo de la heroica resistencia que opuso la ciudad en 1707 a las tropas de Felipe V- en un parador nacional, informa Lluís Visa.

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