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Reportaje:

Jaén, una ciudad patas arriba

Las molestias por las abundantes obras elevan la tensión social y ponen contra las cuerdas al gobierno local del PP

Ginés Donaire

El equipo de gobierno del PP en el Ayuntamiento de Jaén ha logrado lo que muy pocas veces consiguen los partidos políticos: poner de acuerdo a todos los ciudadanos, sea cual sea su ideología. Las abundantes obras que los jiennenses se han encontrado a la vuelta de las vacaciones, con una ciudad colapsada por las cuatro esquinas, han acabado con la paciencia de comerciantes, transportistas y vecinos en general, que han mostrado en los últimos días su indignación, no tanto por la ejecución de las obras sino por la mala planificación de las mismas.

Este inusual consenso vecinal ha elevado la tensión social y ha puesto contra las cuerdas al gobierno que preside Miguel Sánchez de Alcázar, el alcalde que, lejos de compartir el sentir de sus paisanos, ha provocado la ira de muchos de ellos al resumir el estado caótico de la ciudad con la siguiente frase: "Jaén está que se sale".

Después de dos años de parálisis municipal, donde el PP ha estado más preocupado de resolver (o de aparcar, al menos) su grave enfrentamiento interno y de buscar recursos alternativos a la situación de asfixia económica (la oposición cifra la deuda en más de 200 millones de euros), el equipo de Sánchez de Alcázar ha decidido jugarse todo su crédito en los dos últimos años del actual mandato. Y para eso, nada mejor que poner la ciudad patas arriba. Las tres principales avenidas de la ciudad, las de Madrid, Andalucía y Paseo de la Estación, están afectadas por las obras, y, por si fuera poco, la última semana también se ha cortado al tráfico la carretera de acceso al polígono industrial de Los Olivares para la instalación de un paso elevado.

Movilización vecinal

Pero ahí no queda todo. Los primeros que se han movilizado han sido los vecinos de la calle de Martínez Molina, principal arteria del casco antiguo de Jaén, que va a estar cuatro meses cortada por las obras de adecuación vecinal. Ya ha sido bautizada como la calle de los pinchazos, pues se han producido más de una decena de roturas de tuberías que han convertido la vía en un auténtico lodazal.

La queja generalizada de los vecinos apunta a la coincidencia de tantas obras de envergadura (aparcamiento Avenida, centro comercial de El Corte Inglés, paso elevado de la carretera de Madrid, parque Felipe Arche o adecuación de las avenidas de Madrid y de Andalucía) y la falta de vías alternativas en una ciudad que ya de por sí tenía importantes problemas de congestión del tráfico por la estrechez de la mayoría de sus calles.

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La falta de coordinación entre el Ayuntamiento y la Junta también es evidente, como ha quedado demostrado con el corte parcial de la carretera al parador del castillo de Santa Catalina, que han tenido que sufrir el fin de semana los participantes en el Foro España-Italia, un evento internacional que ha dañado la imagen turística de una capital que pide a la Unesco la declaración de su catedral como Patrimonio de la Humanidad. Tal y como estaba la ciudad, la organización tuvo que realizar la visita turística habitual a los municipios de Úbeda y Baeza.

Además de los conductores y peatones, las obras afectan especialmente al colectivo de discapacitados, algunos de los cuales ya han sufrido accidentes. Alfonso Huertas, presidente de la Federación de Minusválidos Físicos, ha pedido al Ayuntamiento la paralización de todas las obras hasta que no se garantice la accesibilidad y no ha descartado movilizaciones en el futuro. Pero en el PP se confía en concluir todas las obras a final de este mandato y que éstas sean su principal baza para las elecciones de 2007. Mientras tanto, debe pagar un peaje demasiado alto por la jungla en la que se ha convertido la ciudad.

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