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La ilusión y la magia del circo atrapa a pequeños y mayores y agota entradas

Circo de pequeño formato, como el de los catalanes Escarlata Circus, que con Llenties i Marabú ofrecen un buen rato de ilusión, o circo de gran formato, como el de los británicos Nofit State Circus, que con InMortal2 proporcionan momentos mágicos y de euforia son los que atrapan en la Fira de Teatre al Carrer de Tàrrega a mayores y pequeños y agotan las entradas. Las calles, mientras, se llenan de visitantes y en alguna sala las horas duran más de lo deseable, como es el Pavelló del Club Natació, donde el viernes se presentó la larga performance The hour we knew nothing of each other.

Bet Miralta y Jordi Aspa son Luzmila y Alfons en el pequeño montaje que presentan en una curiosa carpa de aire doméstico, como de andar por casa, cubierta de telas de patchwork. Escarlata Circus vuelve con Llenties i Marabú a los orígenes de la Fira, al circo de pequeño formato que se instala en cualquier rincón y que ofrece un buen rato de ilusión y divertimento inteligente a un precio más que asequible en el que además se incluye un refresco al finalizar la función. Llenties i Marabú dura apenas media hora y está dedicado a conseguir que el público se sienta feliz, al menos durante ese rato y aunque sea a la fuerza. Todo en él tiene un cariz de improvisación, de estar salvando las apariencias delante del público, aunque soterradamente se vislumbra la veteranía de estos dos clowns catalanes cuya química conjunta es su mejor baza.

Otras dimensiones, otras pretensiones y otra duración son las que se dan en ImMortal2, el gran espectáculo de Nofit State Circus. Bajo una carpa hinchable que semeja un enorme platillo volante, la numerosa compañía británica cuestiona la inmortalidad del alma humana envolviendo y arrastrando al espectador en un trepidante vaivén de acciones simultáneas incitadas en directo por una estupenda orquesta que acompaña al acordeón protagonista. Los que van y vienen no son sólo ellos sino que los espectadores, de pie durante las dos partes de 45 minutos cada una, se ve obligado a seguirles para disfrutar de cerca sus evoluciones. Esta es la gracia y la trampa del montaje, la proximidad del público con la que cualquier acción gana fuerza.

Van y vienen los del Nofit State Circus sobre bicicletas, zancos, corriendo o leyendo libros, jugando con balones o arrastrando carritos, pero también suben, bajan y vuelan sobre trapecios, cuerdas y telas que penden de altas estructuras metálicas. Hay momentos mágicos, como el tipo que, atado por una cuerda que le rodea la cintura, consigue descender hasta el suelo lentamente, y momentos de euforia, de baile colectivo. Los hay también de gran precisión, como las potentes ejecuciones sobre una barra fija vertical de otro componente de la compañía. El conjunto es bello, sugerente aunque, para estar de pie, demasiado largo.

Entre un circo y otro, los espectáculos de calle, que son muchos y ocupan todos los rincones de la ciudad. Gog i Magog son unos Freaks que ofrecen un paseo itinerante animando al personal que les sigue con sus numerosos brazos y cabezas. Volatins presentan otro recorrido de animación sobre zancos, Xocolatl, sobre el viaje del cielo a la tierra de la bebida sagrada de los dioses prehispánicos de América Latina, el chocolate. Y entre los espectáculos de calle programados por la Fira, los espontáneos que brotan como setas y a los que a veces cuesta diferenciar de los oficiales.

Como siempre, y a pesar de la reducción del número de compañías (80 frente a las 120 que llegaron a ocupar Tàrrega en pasadas ediciones), al espectador, por voraz que sea, le toca escoger. Con ello, no siempre se acierta. El dilatado montaje de los daneses Cantabile 2 sobre la pieza de Peter Handke The hour we knew nothing of each other es una larga performance sin palabras (90 minutos) a base de acciones callejeras cotidianas que, tal como se presentan, se hacen repetitivas y la mayoría de ellas, además, resultan intrascendentes.

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