"Debí haber despejado de puños"

Dos metros de músculos y la clasificación directa de España para el Mundial de 2006 quedó prácticamente descartada. Lo explicó después del partido el seleccionador serbio, Ilija Petkovic: "Tenemos un especialista que es Zigic. Cuando vimos que no podíamos llegar a gol combinando usamos la forma más simple: colocar entre la defensa española a Zigic y lanzar balones en largo por arriba. La estrategia ha sido un éxito".

A decir de Luis Aragonés, el seleccionador español, la entrada de Zigic fue como la profecía del Apocalipsis. "Lo habíamos hablado", dijo el técnico. "Por arriba no podemos ganarles porque son más altos".

El reconocimiento de tamaña debilidad resulta curioso en una selección que aspira, en palabras de su entrenador, "a ganar el Mundial". Cuando Zigic, delantero del Estrella Roja, casi anónimo en el gran circo, gigante sin pies, se convierte en la espada del arcángel, es que algo no funciona.

"Tras su gol nos dominó la ansiedad. Pero la culpa no ha sido sólo de Iker", dice el técnico

"Tácticamente no debía ser así: Puyol no debía marcar a Zigic como lo hizo", lamentó Aragonés. "Era Xabi el que se le tenía que meter por detrás y los otros dos centrales quedaban para cobertura. Este es un hombre de baloncesto, de 2,02... ¡Pero es que en realidad Serbia ha tenido sólo una ocasión de gol! Y no ha sido en el gol. El gol no ha sido producto de una ocasión serbia sino de un error nuestro".

"Hemos cometido tres errores en uno", precisó Aragonés, sobre la jugada del 1-1, un balón colgado sobre el área de penalti donde Zigic se movía como un helicóptero humano. "Salimos

[por Iker Casillas, que saltó con los puños] y no despejamos. Con un hombre muy alto, complicado y difícil, no lo hemos hecho. Hemos tenido otras dos ocasiones para despejar la pelota y no lo hemos conseguido".

El rechace de Casillas ante la entrada Zigic para intentar cabecear fue a parar a Stankovic, que disparó y Kezman desvió con acierto. "El gol fue un mazazo", reconoció Aragonés. "Nos ha desordenado", continuó el seleccionador. A partir de ahí no hemos podido atacar porque nos ha dominado la ansiedad... Pero la culpa no fue sólo de Iker. Después hubo otros dos jugadores que debieron despejar y no lo hicieron".

Desde la primera parte del partido, los serbios utilizaron las jugadas a balón parado sobre el área española para acosar a Casillas. En cada córner, en cada falta, siempre había un jugador empujando al portero español con la espalda sin despegar los ojos del árbitro para no recibir tarjeta. Los serbios actuaban como si tuvieran orden de hacer daño a una defensa con problemas para defender los balones colgados. Al final, la estratagema surtió efecto.

Europa se sabe de memoria que el portero del Madrid no es un prodigio del aire. Siempre ha sido un guardameta que se maneja mucho mejor bajo los palos. Pero gran parte del éxito de Casillas como deportista reside en su estabilidad emocional. Ayer salió del Calderón como si no hubiera pasado nada. Sonriente. Atendiendo a todos los medios de comunicación como si su conciencia de portero no lo estuviera carcomiendo.

"Tendría que haber despejado de puños", dijo; "pero ha sido mala suerte. Ha sido un balón dividido y no hay que darle más vueltas", comentó. "Primero he fallado yo", reconoció con sinceridad el madridista, que terminó: "Y luego han transcurrido tres o cuatro segundos y ellos han chutado. Con la mala suerte de que el balón ha pasado entre cuatro cabezas".

Aparentemente impasible ante sus fallos como ante sus prodigios, Casillas se debió marchar a su casa con la cabeza hecha un pequeño lío.

Luque, ahora en el Newcastle, se confesó perplejo junto al madridista: "Ha sido una jugada tonta que nos complica las cosas. Merecimos la victoria y nos quedamos con el empate y cara de tontos".