La juventud pota
Un anuncio cuenta, con gran eficacia emocional, la diferencia entre una caja de ahorros y un banco. El spot acaba así: "Obra social, el alma de La Caixa". La distinción teológica entre cuerpo (intereses, comisiones) y alma (inversión sociocultural) se acepta mejor que en el caso de los animales, a los que se niega este derecho pese a tener poderes como los del perro de Rex (Antena 3).
Terror
Terry O'Quinn, que interpretaba a Locke en Perdidos (TVE-1), es el mismo actor que ahora sale en El ala oeste de la Casa Blanca (La 2) haciendo de general en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. La similitud entre Locke y el cargo de militar más poderoso del mundo quizá consiste en que ambos generan un terror similar al que sufre el niño de Amarte así, Frijolito (TVE-1). En agosto también han sido noticia dos anuncios futboleros. En el que promociona al Atlético de Madrid sale un inmigrante centroamericano. En el que promociona al Getafe, un hombre que suele vestirse de mujer sin que su padre se enfade. Mientras Getafe y Atlético intentan seducir minorías humildes, otros clubes prefieren presumir de un publirreportaje como Real. Que conste que la película consigue su propósito: reafirma las convicciones de los madridistas y refuerza los cimientos del antimadridismo.
Telefórum
Aceptamos que un género tan antiguo como el cinefórum salga en pantalla (Qué grande es el cine, Versión española), pero casi no existen programas de debate dedicados a comentar la televisión. Los responsables de todos los canales deberían apostar por el telefórum. En la cadena local Teletaxi veo Peti qui peti, que presentan Álex Salgado y Jordi Tuñón. Reciben llamadas y hablan con su público. Ajenos a la corrección política, practican una frivolidad gamberra para jóvenes de todas las edades. Hay precedentes en canales locales, pero las grandes cadenas siguen sin dar voz a este importante sector de la audiencia. En Peti qui peti te puedes tropezar con lo que ellos llaman "una guerra de fotos de tías buenas" (las envían las interesadas), un presentador que mueve la lengua como el lobo lascivo de Tex Avery, fotos de tíos potando o la propuesta de instalar máquinas de felación en las discotecas. Salgado y Tuñón no hacen apología de los vicios de su público y, en lugar de juzgarlos, se ríen de ellos y comparten sus excedentes hormonales. Su labia está trufada de referentes telemusicales poco sofisticados. Pueden llegar a escandalizar, pero si desde potentes tribunas con beneplácitos gubernamentales o económicos a veces se nos castiga con espantajos como Gente (TVE) o A tu lado (Tele 5), no está mal que unos cafres se muestren como son, sin necesidad de intermediarios que interpreten los códigos de diversión de un sector de la juventud que se sale del estereotipo de concursante de OT o de vago caradura que vive con sus padres.
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