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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Piedras sobre el tejado

EL PRESIDENTE DEL PP anunció a comienzos de esta semana la convocatoria para el próximo mes de febrero de una Convención de su partido encargada de estudiar las realidades de un mundo sometido a cambio y actualizar su proyecto político a veinte años vista. Al tiempo que Fraga aprovechaba la oportunidad del mitin para prometer por enésima vez su retirada de la vida pública, Rajoy acusaba recibo de la invitación cursada por el presidente del Gobierno (apeándole de su segundo apellido por economía expresiva o por los efectos supuestamente chistosos de llamarle sólo "Rodríguez") a fin de examinar conjuntamente los principales temas de la agenda política. El dirigente del PP recordó que el control del Gobierno no es sólo un derecho sino también un deber de la oposición, obligada igualmente a presentar soluciones alternativas a los problemas existentes; el mensaje implícito de esas palabras parece un llamamiento a rectificar las maneras y los contenidos de una labor fiscalizadora del poder que ha utilizado durante el primer año y medio de legislatura una munición verbal demasiado gruesa y ha defendido posiciones cercanas a la derecha autoritaria.

El presidente del PP anuncia la convocatoria para el mes de febrero de una convención que se encargará de adaptar el proyecto de su partido a las nuevas realidades de un mundo cambiante

La arrogancia sin causa, la visión del adversario político como enemigo y la agresividad sombría de Aznar han formado parte hasta ahora del equipaje retórico del PP, condenado por los votantes a la oposición en buena medida por ese motivo: el hieratismo faltón de Rajoy, la tosquedad adusta de Acebes y la chocarrería fallera de Zaplana son variantes de un estilo dudosamente eficaz en términos políticos y claramente vejatorio según los usos sociales. Las declaraciones de los dirigentes populares sobre los luctuosos sucesos ocurridos desde mediados de julio hasta finales de agosto (las 11 víctimas del incendio de Guadalajara, el detenido fallecido en el cuartel de la Guardia Civil de Roquetas y las 17 muertes causadas por el accidente aéreo de Afganistán) han seguido el demagógico camino de los diagnósticos tremendistas marcado por los tertulianos apocalípticos y los periodistas desestabilizadores.

La tarea opositora del PP presenta también otro flanco débil: la fijación obsesiva con un pasado que le atrae como el vacío a un enfermo de vértigo. Esa actitud viene de lejos. Aznar y sus ministros solían despachar las preguntas de la oposición con menciones incongruentes a los escándalos de la etapa de gobierno socialista: esas excursiones retrospectivas les permitían desviar la atención del público y burlar el control parlamentario. Pero la resurrección por el PP de los fantasmas de su propio pasado como partido de gobierno sólo puede depararle ahora perjuicios. Si la atolondrada asociación del naufragio del Prestige con el incendio de Guadalajara -a fin de dañar a los socialistas- consiguió únicamente traer a la memoria la incapacidad de la Administración central y autonómica del PP para contener la marea negra, los intentos de instrumentalizar con idéntico objetivo la muerte en Harat de diecisiete soldados españoles resultan aún mas insensatos.

La equiparación por el PP de los accidentes sufridos por el helicóptero Cougar en Afganistán el pasado 16 de agosto y por el Yak-42 en Turquía el 26 de mayo de 2003 no sólo constituyó una ofensa a la verdad sino también una provocación a los familiares de las víctimas. Los dirigentes populares, además de mencionar la soga en casa del ahorcado, utilizaron esa manipulada comparación para absolver retrospectivamente al Gobierno de Aznar de su apoyo a la invasión de Irak y para borrar las diferencias entre aquella insensata aventura belicista emprendida al margen de Naciones Unidas y la misión militar en Afganistán aprobada por el Consejo de Seguridad y operada por la OTAN. Si el PP no revisase a fondo su estrategia opositora en la Convención anunciada por Rajo para el mes de febrero y continuase arrojando piedras sobre su propio tejado creyendo que apunta a la azotea socialista, sus posibilidades de reconquistar el poder serían muy remotas.

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