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Columna
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Lo de Pat

Manuel Rivas

Zeppo anunciaba: "Papá, el hombre de la basura está aquí". Y Groucho respondía: "Dile que no la queremos". Era una de las réplicas preferidas de los hermanos Marx y no estaría mal adoptarla como lema internacional. Eso pensé, "el hombre de la basura está aquí", cuando el predicador Pat Robertson, una de las voces cantantes de la plaga neocon, expuso la pasada semana en público, en su programa televisivo, la conveniencia de que Estados Unidos, su Gobierno, tomara la iniciativa de deshacerse del presidente de Venezuela. He tenido que releer las informaciones. Quizás Robertson y yo habíamos bebido más de la cuenta ese día. Además, consulté el índice onomástico de la Biblia y no encontré ninguna referencia a Hugo Chávez. Tampoco a Pat, lo que me sorprendió: creía que tenía más influencia. No, la noticia no era una alucinación. Lo que dijo Robertson con precisión fue lo siguiente: "Si él [Chávez] cree que estamos intentando asesinarle, creo que deberíamos tomar la iniciativa y hacerlo". Ignoro si algún espectador llamó al programa para decirle que no quería esa carga extra de basura. Cuando se propone un crimen de forma tan consciente, hay que preguntarse a quién beneficia. Hugo Chávez lleva puesto como protector el escapulario de Maisanta, conocido en Venezuela como el último hombre a caballo. Tal vez lo que anhela Pat no es el hombre, sino el escapulario. Como estamos hablando en confianza, entre cristianos, debo decir que me conmovió sinceramente la reacción del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Para restar importancia a la propuesta criminal del célebre predicador, Donald declaró que los ciudadanos privados "dicen ese tipo de cosas todo el tiempo". ¿Ésa es la opinión que tiene Rumsfeld de su propio país? ¿Están el día entero entregados a un chismorreo cainita o preocupados por los desastres en que los están metiendo estos repartidores de basura? El efecto de la extrema derecha transgénica es similar al del maíz de la misma clase: acaba usurpando todo el paisaje político y vampirizando la sociedad de la que se nutre. No hablemos ya de Dios. Si en los últimos dos mil años ha habido problemas para localizarlo, ahora por lo menos tenemos una pista. Debe estar congelado, y aterrado, dentro de un pavo en la nevera del telepredicador.

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