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Las madres de Beslán reviven la matanza de niños con la gran ausencia de Putin

Ningún representante del Gobierno ruso asiste a los actos del primer día de duelo oficial

Todo Beslán se volcó ayer en el gimnasio de la escuela número uno, escenario de la tragedia que se desarrolló hace un año, cuando un grupo de terroristas tomó a más de mil rehenes en ese colegio. La gente comenzó a congregarse a las ocho de la mañana y a las 9.15 repicaron las campanas: marcaban el comienzo del infierno que duró tres días y que acabó en una masacre: 331 muertos -de ellos, 186 niños- y más de 700 heridos. Escenas desgarradoras se vivieron en la escuela en este primer día de los tres de duelo oficial decretados en Osetia del Norte.

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Por el solar que hay ante el gimnasio deambulaban algunas mujeres enlutadas llorando a gritos; otras sollozaban llevando las fotos en colores de sus seres queridos perecidos. Una joven mujer no resistió tanto dolor y se desmayó. Inmediatamente acudieron enfermeras de la Cruz Roja que hacen guardia durante todo el día, y que también permanecerán por la noche junto a un puñado de madres que se niegan a abandonar el gimnasio y que han decidido velar la memoria de sus hijos durante los tres días que duró el martirio.

Al minuto de silencio matinal en memoria de las víctimas asistieron el presidente norosetio, Teimuraz Mámsurov; el representante del presidente ruso en el Cáucaso del Norte, Dmitri Kózak, y alguna otra autoridad local. Nadie del Gobierno central, y de los líderes políticos federales. Sólo estaba presente el comunista Guennadi Ziugánov. "Putin fue a los funerales de Yevdokímov

[el gobernador de Altái] y a los de Kadírov [el presidente checheno], pero aquí no se atreve a venir", comentó la escena con desprecio una de las mujeres enlutadas.

Después del minuto de silencio, durante el que sí se oían los sollozos, se formó una larga cola para entrar en el gimnasio. Dentro, los llantos arreciaron ante las fotos de las víctimas, que colgaban de las paredes. Algunas madres alcanzaban con sus manos a acariciar los retratos de sus hijos, mientras que otras no, y sus brazos colgaban en el aire impotentes. Una mujer cayó de pronto de rodillas al suelo, que un año atrás se hallaba cubierto de cadáveres de niños, en su mayoría calcinados. Ésa fue la consecuencia del uso de lanzallamas, según piensan muchos.

Insultos a la directora

De pronto, en el solar junto al gimnasio, un grupo de mujeres y hombres enardecidos se lanzó sobre una anciana. Era Lidia Tsalíyeva, la ex directora de la escuela, que se atrevió a venir, ella también, a honrar la memoria de sus alumnos. Pero Tsalíyeva es odiada por muchas madres y familiares de las víctimas, que la acusan de haber estado confabulada con los terroristas. Si no hubiera sido por la intervención de agentes de civil y de algunos policías, seguramente la hubieran linchado.

"¡Perra, ¿cómo te atreves a venir aquí?". "¡Agarrénla, mátenla!", gritaban mujeres y hombres con rostros desencajados, mientras trataban de agredirla. Zinaída Tsarájova, que perdió a su hijo Elmús, de 12 años, dijo: "Considero que es un insulto que esa mujer viva. Traicionó a nuestros niños y no debe vivir". Al anochecer, Tsarájova permanecía en el interior del gimnasio; es una de las que velarán a las víctimas noche y día, hasta el sábado, cuando se cumplirá un año de la matanza.

En Vladikavkaz, la capital norosetia, que se encuentra a una media hora en coche de Beslán, ayer se inauguró el primer monumento a los caídos en la escuela número uno. Se trata de un gran libro abierto sobre el que hay dos manos también abiertas; entre ellas corre el agua. Madres, familiares y compañeros de las víctimas pusieron a los pies del monumento pequeñas velas en vasos que llevaban una cinta negra con la inscripción dorada de una víctima: 331 en total. Los globos negros y rojos -luto y sangre- que debían elevarse en el cielo despejado de Vladikavkaz con 186 pajaritas de papel -una por cada niño muerto- amarrados a ellas se negaron a hacerlo. En ayuda de los niños acudieron los adultos, pero todos los intentos fueron inútiles; los globos no subían al cielo. Entonces una madre comentó: "No quieren irse todavía, el 3 de septiembre aún no llega".

Un niño resultó ser el autor del proyecto del monumento que hacía unas horas se había inaugurado en Vladikavkaz. "El libro simboliza la escuela, y las manos por las que corre el agua, aquello que tanto les faltaba", explica Zambolat Batsázov, de 14 años. Zambolat vive en una aldea cercana y participó en un concurso para construir un memorial a los niños de la escuela número uno. "El mío gustó y lo aprobaron", dice con sencillez. "Yo tenía amigos entre los niños muertos", explica, como si tratara de justificar que eligieran su proyecto.

Familiares de las víctimas de la matanza de Beslán participan en el homenaje en la escuela número uno.
Familiares de las víctimas de la matanza de Beslán participan en el homenaje en la escuela número uno.EFE

80 familias piden asilo político

Un grupo de madres y familiares de las víctimas ocurridas hace un año en la escuela número uno de Beslán ha divulgado una declaración en la que piden asilo político en cualquier país que esté dispuesto a aceptarlos.

"Hemos perdido toda esperanza de que se investiguen objetivamente las causas y a los culpables de nuestra tragedia", se dice en el documento. "No queremos seguir viviendo en este país en el que la vida humana no vale nada. Por eso pedimos asilo político en cualquier país donde se respeten los derechos humanos", se señala en la declaración divulgada ayer.

Las madres explican que durante un año esperaron con paciencia que les dijeran la verdad sobre "el feroz asesinato" de sus seres queridos. Pero ahora ya no creen que los culpables vayan a ser castigados.

Ala Kezóyeva, la principal impulsora del documento, sostiene que las autoridades se negaron a negociar con los terroristas sólo por "monstruosos motivos políticos" y con ello condenaron a muerte a los niños que habían sido tomados como rehenes. "La mayoría de los muertos perecieron por los disparos de los tanques, los lanzagranadas o fueron quemados vivos por los lanzallamas" utilizados por las fuerzas federales, denuncia el documento, que ya han firmado cerca de medio millar de padres y familiares de las víctimas.

Para ellos, "la causa primigenia del auge del terrorismo en Rusia es el desencadenamiento de una cruel guerra contra su propio pueblo en Chechenia".

La presidenta del Comité de Madres de Beslán, Susana Dudíyev, desmintió que su organización hubiera pedido asilo político en el extranjero. Pero la verdad es que Kezóyeva también forma parte de dicho comité, en cuya sede confirmaron a EL PAÍS que 80 familias están dispuestas ya a abandonar Rusia por las razones mencionadas. "No esperamos el resultado de la reunión con Putin, porque no tenía sentido. Nunca nos dirán la verdad", señaló Kezóyeva.

El presidente ruso recibirá hoy en el Kremlin a una delegación de Beslán en la que estarán presentes tres representantes del Comité de Madres.

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