El futuro urbanístico de Málaga
Un grave problema puede surgir con más de 300 familias humildes afectadas en la zona del litoral oriental de Málaga capital ante la propuesta del nuevo PGOU de la ciudad.
Al observar el avance de la reforma del PGOU de Málaga, en su capítulo VI, sorprende la descripción tan alejada de la realidad de la zona del litoral de Pedregalejo y El Palo (zona litoral oriental de la ciudad): el panorama de degradación y deterioro de las viviendas es irreal, y es sólo una visión miope y distorsionada de la situación actual. Nadie niega la existencia de una minoría de inmuebles en malas condiciones por razón del bajo nivel de rentas de sus propietarios, pero no puede justificar la destrucción del 60 % de las viviendas y el cambio en la fisonomía de la zona.
Quizá la propuesta se explica por el reiterado objetivo de convertir la zona en potencial turístico de calidad, con la creación de un gran puerto deportivo y junto a él zonas de recreo, plazas hoteleras, etcétera, como otros puertos turísticos que proliferan en las costas del Mediterráneo, ejemplos de una modernidad mal entendida a la que va unida la especulación urbanística más brutal. Igualmente, se autoriza la construcción de bloques de edificación de alta intensidad (término no definido aún por el departamento de Urbanismo del Ayuntamiento), que supondrían altas torres frente al mar. Cuando el Ministerio de Medio Ambiente se plantea frenar la especulación urbanística en el litoral marítimo, la propuesta del Ayuntamiento es construir en primera línea de playa edificaciones de más de 10 plantas, que sustituirían a viviendas unifamiliares de una planta y que, con sinceridad, dudo que se utilicen como viviendas de protección oficial para residencia de los antiguos habitantes del barrio.
En resumen, la propuesta municipal supone la destrucción del litoral de los barrios de Pedregalejo y El Palo, tal y como hoy lo conocemos, con el fin de conseguir el modelo turístico que tanto apetece a los especuladores urbanísticos y ajeno al problema humano de sus actuales pobladores.
¿Nadie del Consistorio municipal se plantea que quizá turísticamente sea rentable mantener la identidad de un barrio de pescadores en vez de especular descaradamente con él? ¿Pensar en un plan de regeneración del barrio que permita conservar las viviendas y evitar un grave problema social es tan difícil?
Espero que los lectores de ésta carta posean la sensibilidad suficiente como para entender que la memoria de una ciudad es parte de su patrimonio y el fin de este último reducto de urbanismo popular implicaría perder parte de la memoria de todos los malagueños.
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