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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ciclista de su tiempo

En los tiempos de máximo esplendor del ex ciclista americano Lance Armstrong en el mundo del deporte se afirmaba que el campeón, que ha superado un cáncer y ha ganado tantos tours, es uno de los grandes deportistas de la historia, pero si resultara positivo en algún control antidopaje se convertiría en el mayor farsante del deporte. Según un diario deportivo francés, Armstrong utilizó eritropoietina (EPO), una sustancia prohibida e indetectable entonces cuando ganó sorprendentemente su primer Tour, en 1999. Armstrong rechazó ayer con vehemencia todas las acusaciones, se lamentó de su indefensión y anunció medidas legales tanto contra el diario L'Équipe como contra el laboratorio que le suministró a éste los resultados.

De ser cierta la denuncia contra Armstrong, ante lo que estamos es ante un desastre sin paliativos para un deporte apasionante, extremo pero siempre bajo sospecha. De confirmarse, este escándalo no sólo revelaría la personalidad tramposa de un campeón, sino que reflejaría en los peores tonos el estado real del ciclismo a finales del siglo pasado, pero hay que temer que también en el nuevo. Entonces, la EPO y otras sustancias circulaban abundantemente entre los deportistas. A la luz de esta revelación, Armstrong no sería ni un superhombre ni un canalla, sino uno más, un ciclista de su época, triste esclavo de sus prácticas.

Los técnicos del laboratorio antidopaje de París dicen haber encontrado las pruebas en la orina congelada de los ciclistas del Tour de 1999 en unos análisis practicados con fines científicos. Según se asegura, hay restos de EPO en muestras de otros seis ciclistas, cuyos nombres sin embargo no se han hecho públicos. Esto hace sospechar que tras la filtración de la noticia hay intereses diferentes a los de la noble lucha contra el dopaje, hoy la peor plaga del deporte. La rapidez con que la Agencia Mundial Antidopaje, cuyo presidente, Dick Pound, ha mantenido ásperas polémicas con Armstrong, ha solicitado la intervención sancionadora de la Unión Ciclista Internacional reafirma estas sospechas.

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Armstrong, su personalidad y su memorable lucha contra la enfermedad han sido ejemplo y acicate para millones de enfermos, deportistas y ciudadanos en general. Cuando ya se podía detectar la EPO siguió ganando tours, por lo que el Armstrong ciclista, al final de su carrera, apenas se verá perjudicado por las acusaciones. Pero de ser cierta la denuncia, no sólo quedaría seriamente empañado el mito del campeón excepcional, sino su imagen de hombre ejemplar.

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