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Filmoteca de verano | GENTE
Columna
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Servicio marxista de las habitaciones

El hotel de los líos es una película antisistema, pensada para que el espectador simpatice con un grupo de jetas que pretende vivir en un hotel sin tener que pagar. Tan noble propósito debió escandalizar a la industria hotelera del momento, aunque no alcanzó la cima de la rentabilidad de los protagonistas de Hotel Glam, que cobraban por ser huéspedes. Quizá por eso, la película no funcionó muy bien, pese a estar interpretada por los Hermanos Marx y dirigida por William A. Steiner, que no figura entre los mejores pero que supo dirigir a Laurel y Hardy, John Wayne, Fred Astaire o Henry Fonda. Aquí trabajó con tres hermanos Marx menos inspirados que otras veces pero que encontraron en este hotel el marco idóneo para compartir logorreicos malentendidos. Y es que los hoteles dan muy bien en el cine y, en la vida real, son la pieza fundamental de la industria turística (George Mikes dijo en una ocasión: "Los suizos se las compusieron para construir un bello país alrededor de sus hoteles").

A Groucho le atribuyen una cruel frase: "¿Servicio de habita- ciones? Mándenme una habitación más grande

En 1938 los sistemas de seguridad de los hoteles no eran tan sofisticados como los actuales. Abundaban los farsantes que, haciéndose pasar por ricos herederos o prósperos empresarios, huían de madrugada dejando la cuenta por pagar. En la película, Groucho Marx interpreta al director de una obra de teatro cuyos actores viven y ensayan en un hotel de lujo. El gerente del establecimiento es su cuñado, siempre a las órdenes de un colérico propietario que se pasa la película intentando conseguir, en vano, que Marx pague la cuenta. No pagar la factura del hotel es una actividad de riesgo. Por mal que a uno le hayan tratado, no está bien poner tierra de por medio sin dar explicaciones. Mentalmente, uno es libre de imaginar las huidas más espectaculares. Porque no nos engañemos: la relación que tenemos con el hotel en el que nos alojamos no siempre es idílica. A menudo, es un amor a primera vista, y uno encuentra justo lo que andaba buscando. Si sólo teníamos información fotográfica del establecimiento, en cambio, sufrimos una enorme decepción al descubrir que ni las medidas ni el color del agua de la piscina fotografiada coinciden con la de verdad o que la moqueta abandonó hace tiempo su condición de moqueta para ingresar en el respetable mundo de los fósiles. O que la habitación tiene más o menos la misma superficie habitable que la caja fuerte, la bañera o el minibar.

En El hotel de los líos, Marx y sus cómplices desarrollan una tremenda habilidad para no pagar sin que les echen. En un momento dado, fingen sufrir una epidemia de sarampión y, cuando el truco les falla, simulan la muerte de uno de los actores. Chico Marx coge el teléfono y dice: "¿Servicio de habitaciones? Suban hielo para enfriar un cadáver". Las relaciones de los Marx con los servicios de habitaciones no acaban aquí. A Groucho le atribuyen una de las frases más crueles sobre según qué formas de hacinamiento hotelero: "¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación más grande". En esta película, los hermanos protagonizan varias escenas en las que dejan clara su preocupación por el alojamiento mal entendido. Groucho: "¿Puedes alojarme por esta noche?". Chico: "Sí, pero tendrás que dormir en el armario". Groucho: "¿Y por qué no en el suelo?". Chico: "En el suelo duermo yo". Groucho: "¿Y qué le pasa a la cama?". Chico: "Se quedó empotrada en la pared". En otra escena, cuando cuatro huéspedes se dan cuenta de que tendrán que compartir una habitación individual, Groucho les propone dormir por turnos. Chico dormirá de noche, Groucho de día y los otros dos el resto del día. Es un criterio que, por suerte, no sigue la mayoría de los hoteleros del mundo.

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