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EL FUTURO DE IRAK

El desacuerdo sobre la Constitución amenaza la unidad territorial de Irak

Los suníes insisten en rechazar el texto y los chiíes se niegan a hacer cambios relevantes

Los tres días de gracia otorgados por el Parlamento de Irak para que la minoría suní acepte la Constitución consensuada por la mayoría chií y kurda parecen estar de más: los suníes no piensan suavizar sus objeciones y los chiíes ya han anunciado que no modificarán las líneas básicas del texto, que pretende transformar a Irak en una república democrática y federal. Ante la inminente aprobación del borrador en el Parlamento, los suníes esperan jugar su baza en las calles y derrotar el texto en el referéndum del 15 de octubre. El temor es que la campaña acabe por dinamitar la frágil unidad de Irak.

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La prórroga, que concluye en la noche del próximo jueves, estaba destinada a abrir una puerta de aproximación a los suníes, que rechazan principios básicos del proyecto constitucional, como el federalismo. Pero ayer las posiciones se mantenían distantes.

"El borrador que se envió el lunes al Parlamento es prácticamente el borrador que será aprobado", aseguraba un portavoz del Gobierno iraquí. Los suníes, que boicotearon las elecciones legislativas del pasado enero y se quedaron al margen de un Parlamento controlado por chiíes y kurdos, lo saben. Por eso, entre apoyar la nueva Constitución o combatirla en la calle han optado por lo segundo: lucharán por el no en el referéndum previsto en octubre.

Basta con que dos tercios de los votantes en tres de las 18 provincias iraquíes rechacen la Constitución para que el texto quede invalidado y deban celebrarse nuevas elecciones legislativas. Y si bien los suníes representan sólo el 20% de la población, son la comunidad mayoritaria en al menos tres provincias: Anbar, Salahedin y Ninive. Esta vez, los líderes religiosos y políticos suníes no están dispuestos a repetir el boicoteo electoral, causante de su aislamiento político actual, y están animando a su gente a registrarse en el censo.

Lo irónico es las reglas del juego político auspiciadas por Estados Unidos podrían acabar brindando a los suníes, en octubre, mucha más influencia política que la que han logrado con las campañas de boicoteo y la insurgencia armada.

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Chiíes y kurdos, por su parte, desearían lograr un consenso previo al referéndum, pero no están dispuestos tampoco a que los suníes, que controlaron el poder bajo el régimen de Sadam Husein, vayan a condicionar ahora la transición. El presidente del Parlamento, el chií Human Hamudi, insistía ayer en que no se reabrirían a discusión las cláusulas conflictivas, como las referidas a la creación de regiones federales autónomas. Éste es el gran punto de discordia. Los suníes temen que el sistema federal, que extendería a las provincias chiíes del sur la misma autonomía de la que gozan los kurdos en el norte, les debilitaría todavía más, al dejarles al margen del control de los recursos petroleros de ambas regiones.

Intereses contrapuestos

Las objeciones suníes se extienden también a la prohibición del Partido Baaz, la formación política de Sadam Husein, y a la relación de poderes entre presidencia, Gobierno y Parlamento.

El difícil consenso revela claramente los intereses contrapuestos de comunidades antes unidas bajo la férrea dictadura de Sadam. La separación entre sus representantes era muy palpable el lunes, durante la ceremonia de entrega del borrador al Parlamento. Clérigos chiíes con sus turbantes negros, abogados suníes con traje y dirigentes kurdos se sentaron en áreas separadas. Pero mientras chiíes y kurdos bromeaban entre sí, los suníes no daban muestra de estar de buen humor. Antes bien, de sus bocas salían negras predicciones: "Esta Constitución está llena de minas que estallarán bajo los iraquíes y dividirán el país", aseguraba el abogado y negociador suní Saleh al Mutlak.

Chiíes y kurdos restaban importancia a tales augurios, si bien saben que un referéndum constitucional sin consenso previo va a agudizar las divisiones de la sociedad iraquí, en lugar de contribuir, como se pretendía, a que los suníes se alejen de la insurgencia y se incorporen a la transición política.

Las mismas divisiones se perciben en la calle, donde el ciudadano de a pie repite las consignas de sus dirigentes. "Con el federalismo, los kurdos y chiíes querrán tener embajadas y firmarán sus propios acuerdos en el extranjero", se lamentaba Emad, un suní. "Esta Constitución es un gran éxito que acabará con el terrorismo", opinaba Hassan, chií.

"Han pasado meses hablando de eso, cuando lo que queremos es agua y luz", protestaba Omar. Todos, eso sí, trataban de informarse sobre el contenido del borrador. Como Hadi Hussein, que leía afanoso un periódico: "Estaba viendo la sesión del Parlamento el lunes, pero hubo un apagón".

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