Las elecciones del Barça, en 2007
Laporta esquiva los asuntos espinosos y pretende que la camiseta azulgrana sea la mejor pagada
El debate se ha acabado. Joan Laporta, el presidente del Barça, anunció ayer, en una maratoniana y plácida asamblea de compromisarios, que convocará las elecciones en la primavera de 2007. Su decisión, que no fue votada por los socios, se ampara en un dictamen de la Secretaría General del Deporte de la Generalitat, que subraya que el mandato de la junta concluye el 22 de junio de 2007 y no en 2006. Varios ex candidatos a los últimos comicios, celebrados el 15 de junio de 2003, sostenían que Laporta debía convocar las elecciones el próximo año porque le computaban como una temporada los ocho días que estuvo en el poder en aquel mes: desde el día 22, cuando tomó posesión del cargo, hasta el 30. La Secretaría General del Deporte, que ha emitido el informe a petición del Barça, instó al club a reformar los estatutos porque se prestan a confusión. "No queremos ni tenemos ninguna intención de aferrarnos al cargo, pero me parece que la gente que fue a votar en 2003 pensaba que el candidato vencedor iba a estar cuatro años y no tres", dijo Laporta en la asamblea, que antecedió al partido ante el Betis. El presidente recordó que en los ocho días fuente del conflicto no tomó decisión alguna pese a que algún compromisario le acusó de realizar gastos que imputaron al balance del ex presidente Joan Gaspart. En el plano deportivo, Txiki Begiristain, director deportivo del club, dio por definitivo el acuerdo con el técnico, Frank Rijkaard, para renovarle el contrato hasta 2009.
La asamblea se preveía agitada, pero Laporta no se topó con ninguna dificultad salvo al principio -hubo quejas por la nefasta megafonía del Palau- y al final, en el turno de preguntas, cuando un socio fue aplaudido al plantear si es compatible ser directivo del Barça y patrono de la fundación Francisco Franco, en alusión a Alejandro Echevarría, directivo y cuñado de Laporta. La junta, en cualquier caso, logró la aprobación por abrumadora mayoría de todos los asuntos que planteó: se bendijeron las cuentas pasadas, el presupuesto actual, de 240 millones de euros y la ratificación de dos directivos: Joan Boix y Joan Franquesa.
Laporta preparó bien la asamblea y en su discurso inicial, de 45 minutos, procuró neutralizar de antemano cualquier pregunta sobre dos asuntos espinosos: por un lado, el de la fecha de las elecciones; por otro, la marcha de cinco directivos, entre ellos el vicepresidente Sandro Rosell. "Este año ha sido incomprensiblemente difícil", dijo mostrando su estupor por las críticas; "nos han puesto desde fuera muchos palos en las ruedas". Respecto a sus ex compañeros, agregó: "La discrepancia en la junta es buena. Ellos habían dejado de compartir nuestro proyecto. Las únicas actitudes que no son posibles son las de la deslealtad y los intereses personales". Nadie le cuestionó sobre esa escisión y sí, en cambio, por la venta de parte del patrimonio al desprenderse de un tercio de los terrenos de Can Rigalt: 28,6 millones de beneficio.
Fue una sesión tan tranquila que se necesitaron tres horas para que un socio alzara la voz y preguntara sobre la controvertida negociación con el Gobierno chino para insertar publicidad en la camiseta. La directiva ha presupuestado 15 millones por ese concepto, pero Laporta avisó de que no tiene la menor prisa en firmar ninguna de las cuatro ofertas con que cuenta: "Nos tiene que entusiasmar mucho. La del Barça tendrá que ser la camiseta mejor pagada del mundo". De no alcanzar acuerdo alguno, los 15 millones se obtendrían de otras fuentes. "El contrato en China es complejo porque tiene cuatro variables más: la licencia, el lanzamiento del producto, una gira anual y la explotación", concluyó.
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