Canales recrea una onírica historia de amor a la muerte

"Aquí va a estar todo lo primigenio, la vida y la muerte, y en torno a ellas gira todo". Eso es lo que dice el bailarín Antonio Canales de Sangre de Edipo, espectáculo basado en Edipo en Colono de Sófocles que el día 11 se estrena dentro del Festival de Teatro Clásico de Mérida, donde permanecerá hasta el 14.

El montaje está dirigido por Hansel Cereza, fundador y miembro durante 20 años del emblemático grupo catalán La Fura dels Baus y actual coreógrafo aéreo del Cirque du Soleil. Él es responsable de esta lectura poética y onírica de la muerte de Edipo que ha convertido en una historia de amor.

Junto a Canales-Edipo, participan en escena sus hijas -las bailarinas Lola Greco, en el papel de Antígona, y Adela Campallo, en el de Ismene-, además de otros bailarines que conforman un coro griego, cuatro actores que lanzan el texto también a través de proyecciones y una orquesta con músicos flamencos y de música contemporánea que interpretan creaciones originales de Xavi Navarro y Paco Iglesias.

Cereza confiesa que este montaje es un reto en su carrera, en la que no se había enfrentado ni a una tragedia ni al teatro emeritense: "Cuando leí Edipo en Colono [la versión es de Jorge Márquez], vi que encerraba el momento más poético de la tragedia de Edipo; se da un abrazo deseado con la muerte para lograr el descanso tras una vida llena de tragedia, dolor y sufrimiento", señala el director, quien también ha incorporado coreografías aéreas.

Por su parte, Antonio Canales dice que con este Edipo siente como si navegara con las palabras: "Tal y como está planteado el montaje, mi personaje reúne distintas expresiones como flamenco, danza clásica, contemporánea, lirismo...", apunta el bailarín, que ha perdido 10 kilos para afrontar este reto escénico en el que se convierte en un anciano dolorido por la vida: "En él la añoranza y la nostalgia se han adormecido pero, aunque derrotado, es un titán".

Lola Greco y Canales ya habían trabajado juntos en alguna que otra ocasión. La última, en una Carmen flamenca bajo la dirección de Miguel Narros. La bailaora ha tenido, pues, que cambiar el chip, ya que en poco tiempo ha pasado de ser la apasionada amante de Canales a convertirse en su rebelde hija.