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ATLETISMO | Campeonatos del Mundo de Helsinki

Vuelve la Marta de siempre

La atleta palentina de los 5.000 metros confiesa que, gracias al parón de un año por su lesión, ha recuperado las ganas de seguir corriendo

Carlos Arribas

Marta Domínguez se rompió el tendón de Aquiles en la primavera de 2004. Gracias a ello no se rompió la cabeza.

"Si hubiera sido campeona olímpica, habría dejado el atletismo", dijo la fondista palentina el día anterior a la primera serie de los 5.000 metros; "pero, como no lo soy, aquí estoy".

Marta Domínguez, la atleta que simboliza la dureza, la fuerza moral, el alma guerrera, la lucha, la pelea contra toda esperanza, no fue campeona olímpica porque, entre otras razones, no pudo participar en los Juegos de Atenas. Se pasó aquel mes de agosto de 2004 tumbada en un sofá viendo a través de televisor la competición que llevaba cuatro años esperando. Gracias a eso está en Helsinki, dispuesta a comerse el mundo, a llegar a donde haga falta.

"No estoy tan bien físicamente como otros años, pero tampoco estoy mal"

"Antes de lesionarme, estaba muy quemada. No podía soportar la presión. La cabeza no me aguantaba más", confiesa Domínguez, de 29 años, subcampeona del mundo de 5.000 metros, una rubia entre las etíopes y las kenianas, en Edmonton 2001 y París 2003 y campeona de Europa en Múnich 2002; "así que el parón me ha venido muy bien. He cargado las pilas mentales. He recuperado la tranquilidad. He vuelto a disfrutar corriendo".

El parón comenzó en la primavera de 2004, al regreso de los Mundiales en pista cubierta de Budapest. Comenzó con unas molestias en el talón de su pierna derecha. Una fisura. Se le recomendó un tratamiento que no incluía el bisturí en la esperanza de poder llegar a tiempo a los Juegos de Atenas. Rehabilitación. Todo tipo de técnicas. Un verano en Barcelona, en el CAR de Sant Cugat. Disciplina y sufrimiento. Inútil. Rápidamente, fue consciente de que nunca llegaría a Grecia y a finales de agosto asumió lo inevitable. A principios de septiembre, viajó a Turku (Finlandia), donde el cirujano Sakari Orava le arregló el tendón.

Comenzó entonces otra carrera de recuperación. Un mes con muletas. Dos meses buscando resistencia aeróbica en bicicleta, nadando, machacándose en la máquina elíptica. Y, cuando ya empezaba a correr por el campo, nueva lesión: una fisura de cuboides, una fisura de estrés, que se trató de manera conservadora, como si se hubiese producido la fractura completa. Otro mes parada. Fundamental para las piernas. Fundamental para la cabeza.

"Sólo a partir de abril pude volver a correr de verdad", explica Domínguez; "y me vi bien, aunque en la alta competición me resentí un poco". Y en julio, en Roma, corrió un 5.000 por debajo de los 15 minutos, en 14m 54,98s, su tercera mejor marca. "Y aquí estoy, bien de alma y bien de cuerpo", razona; "no estoy tan bien físicamente como otros años, pero tampoco estoy mal".

¿Significa ello que podemos olvidarnos de ver a la Marta Domínguez de siempre, a la chica de la cinta rosa batiéndose el cobre con las africanas, las rusas y quien haga falta?

Por supuesto que no.

Cuando la conversación con la prensa pasó del relato de sus miserias al recuento de sus esperanzas, volvió a surgir la sonrisa de Marta Domínguez. Volvió a hablar como si nada le hubiera pasado. "Físicamente, estoy más mermada, pero anímicamente estoy más fuerte", advirtió, "y espero que una cosa compense la otra. Quiero creer que estoy mejor de lo que estoy y espero que las ganas no me puedan. Me habría gustado estar mejor, aunque, aun al 110%, con las etíopes como están, habría sido también difícil estar delante. Pero hay que pelear. No se puede hablar de nada antes de intentarlo".

Habló luego de lo que le espera hoy y el sábado en la final: "Lo primero es pasar la primera ronda sin cansarme. Después, esperar que las piernas aguanten y correr la final lo mejor posible. Espero que sea una final corrida a ritmo, con salida lenta, pero no demasiado, y con aceleración progresiva y un último kilómetro a muerte. Y allí, a por todo, a esperar que la suerte me acompañe, porque no olvido que las etíopes Dibaba y Defar, las favoritas, han corrido también el 10.000 y llegan con una carrera más. Si ellas están más cansadas, quizás... A ver, a ver, porque también están las chinas y la británica Pavey..."

Marta Domínguez, en los Mundiales de París, en los que fue subcampeona.
Marta Domínguez, en los Mundiales de París, en los que fue subcampeona.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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