Prisas criminales
Los valores "prisa" y "ahorro de tiempo", que no de gasto, no deben tener prioridad en las inversiones públicas -o privadas con aportes indirectos a las públicas -en sanidad, cultura, investigación, servicios sociales, limpieza, prevención de incendios en bosques y reforestación, etcétera. Porque ¿qué son 30, acaso 40 minutos menos, en una distancia de 400 y 600 kilómetros?
Quienes tienen tan valorados sus minutos y Hacienda les permite desgravar sus inversiones, adquieran y tengan a mano aviones, helicópteros y lanchas particulares o colectivas y vuelen a sus destinos sin molestar a nadie ni poner en peligro a quienes transitamos por las carreteras.
A quienes sobrevaloran su prisa por caprichoso ánimo competitivo, depreciársela con toda efectividad para lo que existen modos sencillos y económicos de gran repercusión testimonial.
Las señales están para ser respetadas. Dejemos de llamar riesgos de accidentes lo que son, por lo menos, presuntos delitos criminales de homicidio, en algunos casos con aparente premeditación y alevosía.
Las autoridades deben adaptar las señales con estricta responsabilidad, quitando las que sobran; colocando todas las que faltan, sobre todo las de Fin del límite de velocidad (los fallos en esto son de escándalo) y luego, reduciendo la tolerancia a cero.
No vale poner unas señales de velocidad máxima de 50, 60, 80, 100, 120 kilómetros por hora u otras para entender algo diferente. No debemos vivir en complicidad criminal ante tantos crímenes por tráfico.
Comparemos los 48 muertos y los heridos en tráfico estos días, apenas durante el fin de semana pasado, con la que se ha montado -y bien montada- por los muertos en los incendios forestales y por un muerto y 2.000 afectados por la salmonela, ya casi todos recuperados.
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