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GENTE
Columna
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Perdidos en el 'Discovery' y en el batiscafo

Los protagonistas de Perdidos están aislados, pero el suspense consiste en saber si la isla es isla o una península, como estos días rumorean las bitácoras, y si están solos al margen de Rousseau. El problema, o la competencia televisiva, es que allá arriba, en el cosmos, en plena realidad teletransmitida y en el interior del Discovery, los siete náufragos están verdaderamente aislados en la cápsula. Acostumbrados a ver en las ficciones cómo se reparan los estropicios de las naves interestelares después de una batalla galáctica, lo que hemos contemplado estos días en los telediarios respecto al fuselaje del Discovery (¡aislantes de espuma!) parece una chapuza indigna de estos tiempos. Tiene razón The New York Times cuando pone el grito en el cosmos por la insensatez tecnológica con la que se han hecho las cosas y la precipitación política del despegue del Discovery, sólo activada para despegar los índices de audiencia de Bush.

Nunca abandones, por Dios, la atmósfera del planeta a menos que los científicos, jamás los políticos, estén muy seguros

Estos mismos días, en la ficción paralela, los náufragos de Perdidos construyen una balsa para abandonar la isla maldita y están plagiando aquella nave llamada Kon-Tiki que demostró que le podía al traidor océano Pacífico. Los náufragos del Discovery también han bricolado delante de nuestros ojos, pero no hay nada seguro en el aterrizaje previsto para hoy, a pesar de que todos los telediarios intenten tranquilizarnos. Empezando por el comandante Bush, que sigue la aventura desde su casa tejana y desde un televisor enmarcado en madera de caoba impropio de la hazaña tecnológica. Por cierto que el presidente Bartlet (Martin Sheen) de El ala oeste de la Casa Blanca, el secreto modelo de Zapatero, se hubiera trasladado inmediatamente a la sala de pantallas de la NASA cuando el fallo de la espuma aislante y desde allí, con los cascos puestos, hubiera dirigido en directo la Operación Retorno.

Pero náufragos, lo que se dice náufragos, ni los 70 de Lost ni los siete del Discovery: los siete marineros rusos y anónimos del batiscafo AS-28, que también hoy, lunes, aproximadamente a la misma hora en que la cápsula de la NASA perfore la frontera atmosférica, el imperio del oxígeno, allá abajo, a 190 metros de inmersión, se les acabará ese bendito oxígeno gratis, por ahora gratis, de todos los días.

Parece la sinopsis de una mala película muy barata de producción. Sólo dos localizaciones, dos miniplatós irrespirables y aislados, el Discovery y el AS-28, la mitad rusos y la mitad norteamericanos, Putin y Bush fifty-fifty, sin superhéroes del box-office ni gastos de maquillaje, vestuario y efectos especiales, con viejo montaje paralelo, un mismo suspense de guión para dos situaciones gemelas pero al mismo tiempo (y espacio) tan opuestas y un mismo mensaje de ambas tripulaciones angustiadas: nunca abandones, por Dios, la atmósfera del planeta a menos que los científicos, jamás los políticos, estén muy seguros y a pesar del clima que reina en tierra, con sequías mortales y trombas asesinas.

El piloto de Perdidos fue el más caro en la historia de las teleseries, y eso se nota mucho en pantalla. Pero no le andan a la zaga estos dos pilotos hiperreales con idénticos problemas de respiración y sin la mínima posibilidad de las ayudas del capitán Picard de la nave Enterprise, de Star Trek, y del capitán Nemo, del submarino Nautilus, las dos únicas naves inventadas por el hombre (de letras) que nunca tienen problemas de atmósfera a pesar de sus infinitas travesías. Sin pretenderlo y sin hacer odiosas comparaciones de audiencia, han fabricado por el mismo precio político un suspense global e inédito que nos interesa a todos, teléfilos o no, por la sencilla razón (estoy plagiando, ojo, a Peter Solotedijk, cuyo último libro se titula justamente Espumas y dedica muchas páginas a las "islas atmósféricas" en la línea de Deleuze -La isla desierta-, hace un par de días reseñado en Babelia) de que la atmósfera respirable, aunque pocas veces hablemos de ella, es un detalle filosófico que nos interesa bastante porque el Ser, ante todo, es un Ser-que-respira.

La diferencia entre los perdidos del Discovery y los perdidos del batiscafo es que en una isla atmosférica hay pantallas y retransmiten el suspense en directo; mientras que en la nave AS-28 ni pantallas ni radio, ni vídeo ni audio, y las noticias del posible drama nos llegan de segunda mano. Lo cual es un escándalo tecnológico en tiempos de tanta transparencia, que diría Vicente Verdú, también missing. Toco madera, y no precisamente la del barroco televisor tejano de Bush.

Pantallas planas

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