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Los casos de corrupción ponen en peligro el prestigio de la industria alemana

La sucesión de escándalos ha salpicado a Daimler, BMW, Volkswagen y Commerzbank

Los casos de corrupción empresarial se están convirtiendo en noticia frecuente en los diarios alemanes. Los escándalos se han cobrado ya importantes dimisiones y parte del prestigio de la industria. La justicia estadounidense investiga al fabricante de coches DaimlerChrysler por sobornos en una docena de países. Mientras, Volkswagen trata de esclarecer una trama de empresas fantasma y se ha encarcelado a un empleado de BMW por aceptar sobornos. El Commerzbank se ha visto también afectado por un escándalo de lavado de dinero. Las normas de buen gobierno no han dado resultados.

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En el país que para muchos españoles es modelo de rectitud, donde las viviendas en planta baja no tienen rejas y no hay barreras físicas para entrar al metro sin pagar, también se extienden los filamentos de la corrupción. No en vano, en el índice de percepción de la corrupción elaborado por la ONG Transparencia Internacional, Alemania ocupa el lugar número 15º por detrás de otros 10 países europeos, Nueva Zelanda, Singapur, Australia y Canadá. España está en el número 22º.

Los nombres de los pesos más pesados de la economía alemana están salpicados por un fenómeno que los alemanes acostumbran a llamar filz (fieltro), para destacar lo tupido de su entramado. "La avaricia de los ejecutivos ha desatado una crisis de confianza en la sociedad que se traduce en una enorme actividad de la justicia", constata el periodista Hans Leyendecker en su libro La trampa de la corrupción.

El último caso saltó la semana pasada, cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció que estaba investigando al grupo germano-estadounidense DaimlerChrysler por posibles sobornos a autoridades extranjeras. Esta investigación se une a la iniciada el año pasado por el organismo regulador estadounidense (SEC), después de que un ex empleado asegurara que fue despedido por quejarse de que la compañía utilizaba habitualmente cuentas bancarias secretas para sobornar a oficiales de distintos Gobiernos. The Wall Street Journal aseguró que Mercedes, filial de Daimler, ha sobornado a Gobiernos de 12 países.

Práctica habitual

Semanas antes, un ejecutivo de ventas de BMW fue detenido por aceptar sobornos de un proveedor. Tanto el sobornado como el sobornador siguen en la cárcel, mientras la prensa asegura que esta práctica es habitual en el sector. Cuando un empleado de ventas quiere recibir ventajas por elegir a un determinado proveedor, explicaba esta semana el diario muniqués Abendzeitung, no tiene más que dejar caer a lo largo de una comida que tiene pensado irse de vacaciones con su esposa a Estados Unidos. El proveedor entiende entonces que espera que le pague el viaje.

Otro fabricante de coches, Volkswagen, se ha visto implicado con una práctica diferente: algunos miembros del comité de empresa frecuentaban prostitutas de lujo a las que pagaban con la tarjeta de la compañía. Otros, acudían a orgías en Praga a cargo de la empresa. Volkswagen organizaba una vez al año para el comité de empresa y sus cónyuges viajes a capitales europeas, donde se alojaban en hoteles de lujo (el Arts de Barcelona era uno de los favoritos). Las señoras recibían entre 1.000 y 2.000 euros para sus compras. A cambio, la empresa esperaba que los representantes de los trabajadores fueran flexibles en las negociaciones. El escándalo se ha cobrado las dimisiones de Klaus Volkert, presidente del comité de empresa, y Peter Hartz, miembro de la junta directiva.

¿Qué ha cambiado en Alemania? No mucho, asegura el vicepresidente de la sección alemana de Transparencia Internacional, Peter von Blomberg. "Ha cambiado la percepción pública de la corrupción. Hoy se habla mucho más abiertamente de ello que antes", explica Von Blomberg. No se puede saber si la corrupción existente aumenta o disminuye. Al menos el 95% de los casos queda oculto, estima Britta Bannenberg en su libro Corrupción en Alemania.

Según Von Blomberg, cada nuevo escándalo ha contribuido a aumentar la sensibilidad de la opinión pública, y en parte también a endurecer las leyes. "A comienzos de los años noventa reinaba la ilusión autocomplaciente de que el funcionario alemán era más resistente a la corrupción que los empleados públicos de otros países", afirma Blomberg. Mientras, las redes corruptas aprovechaban la inopia generalizada para extenderse.

La corrupción se encuentra en los mismos orígenes de la fundación de la República Federal de Alemania: Bannenberg señala que la decisión, en 1949, de poner la capital provisional de la República en Bonn tuvo lugar previo pago de soborno. La novedad no es la corrupción misma, sino los registros policiales, los encarcelamientos de ejecutivos y las dimisiones de consejeros.

En la industria alemana falta el control y laprevención. Antes se consideraba que las contadas ovejas negras no eran motivo para dar a los empleados la impresión de desconfiar de ellos. Para cubrir carencias, el Ministerio de Justicia formó hace cuatro años una comisión para elaborar un Código de Gobierno Corporativo. No ha sido suficiente.

El ex presidente del comité de empresa de Volkswagen K. Volkert (izquierda), con el ex directivo Peter Hartz.
El ex presidente del comité de empresa de Volkswagen K. Volkert (izquierda), con el ex directivo Peter Hartz.REUTERS

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