El consumo de agua se dispara ante la subida de la temperatura
La segunda jornada de Benicàssim estuvo marcada por el calor. El agua llegó a ser uno de los líquidos más preciados. La muerte de un joven irlandés de 28 años dentro de su tienda ensombreció el día
La Consejería de Sanidad había alertado de una subida paulatina de las temperaturas, y acertó. Los termómetros se situaron más cerca del 40 que del 30, y el consumo de agua, en particular, y de líquidos en general, se disparó desde primera hora de la mañana.
Por eso, el agua llegó a ser uno de los líquidos más preciados pese a que, de camino a una de las zonas de acampada o accediendo al recinto de conciertos, los fibers pueden encontrarse con alguna camioneta publicitaria desde la que se regalan pequeñas botellas. Aún así, en los supermercados más cercanos, éste es uno de los productos estrella. Ayer, según los encargados de uno de los establecimientos más frecuentados por los fibers, se vendieron alrededor de 800 litros de agua a la hora. Embotelladas en todos los tamaños. Las de 33, 50 y 100 centilitros triunfan entre los viandantes, mientras que los que adquieren el agua de vuelta a sus tiendas de campaña prefieren las garrafas de cinco litros.
El calor también pudo contribuir a que el infortunio cayera ayer sobre el Festival de Benicàssim cuando, a primera hora de la tarde, se conocía el hallazgo del cadáver de un joven irlandés en la zona de acampada conocida como CamFIB, ubicada tras el recinto de conciertos. El fallecido, de 28 años, era asmático, y todo apunta a que una crisis originada por esta enfermedad fue la causa que le provocó la muerte. Apenas a veinte metros del lugar donde plantó la tienda, existe un puesto de asistencia sanitaria cuyos efectivos no pudieron más que certificar la muerte. En el momento del hallazgo, según el forense, el joven llevaba entre ocho y doce horas muerto. El calor, los altos niveles de humedad y la estancia prolongada en la tienda de campaña pudieron agravar su estado. Según fuentes de la organización, en uno de sus bolsillos portaba un nebulizador. El joven había llegado a Benicàssim a principios de semana, acompañado de su primo y procedente de Irlanda. En CamFIB instalaron su tienda de campaña en un pasillo, en un lugar muy cercano a una esquina, rodeados, por dos laterales, de otras tiendas, pero en un punto bastante desahogado.
Al parecer, durante el viernes ya comenzó a sentirse mal. Por ese motivo, prefirió descansar y permanecer en su tienda a acudir a los conciertos programados para la noche. Ayer por la mañana, su primo decidió irse a la playa y le dejó, según pensó, durmiendo. Sobre las 14.30 volvió a la zona de acampada y fue cuando, al tratar de despertarlo, se dio cuenta de la gravedad de la situación.
El suceso provocó la movilización de bomberos, que precintaron la zona, de Guardia Civil y del juez y el forense, que certificó la muerte. Pese a que algunos de los accesos a CamFIB estuvieron cerrados hasta alrededor de las cuatro de la tarde, apenas unos cuantos fibers se enteraron de lo ocurrido. La presencia de la Guardia Civil, dado el dispositivo de vigilancia y seguridad que se despliega durante estos días, no les alertó, y ni siquiera percibieron la presencia de un vehículo funerario.
La muerte de este joven sí que dejó un mal sabor de boca entre los miembros de la organización, pese al convencimiento de que, entre 34.000 personas, un fallecido por causas naturales es un infortunio. Más cuando no se cansan de recordar los consejos que, desde el principio, ofrecen a los asistentes al festival y que insisten en la necesidad de protegerse del sol y de beber agua para evitar la deshidratación.
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