Robin Cook, el ministro de Blair que rechazó la guerra contra Irak
Robin Cook, reconocido político británico, que dimitió en marzo de 2003 del gabinete laborista de Tony Blair en protesta por la guerra en Irak, falleció ayer por la tarde en un hospital de Aberdeen, Escocia. Horas antes escalada el pico Ben Stack, en la zona montañosa del noroeste escocés, de donde fue rescatado por los servicios de emergencia. Trasladado en helicóptero al centro hospitalario Raigmore, nada pudo hacerse para salvar la vida del ex ministro laborista. Tenía 59 años.
Brillante orador y dado a conatos de arrogancia, Cook se labró su reputación en las décadas de exilio político del laborismo. Desde el banquillo de la oposición, con sucesivas responsabilidades en el tesoro, política europea y sanidad, fue un duro contrincante de los ministros conservadores. Su crítica intervención en el parlamento de Westminster en reacción al informe Scott, de 1996, sobre venta de armamento a Irak, es de las más celebradas por los diputados y medios británicos. Cook sólo había tenido tres horas para estudiar el caudal de información recogido en el informe, pero acertó en entresacar los puntos más controvertidos para el entonces gobierno de John Major. El semanario político conservador The Spectator le nombró "orador" del año.
Con la victoria laborista de 1997, fue nombrado ministro de Exteriores y, cuatro años después, fue relegado del Foreign Office para ocupar el cargo de portavoz del Gobierno en la Cámara de los Comunes. Cook pareció perder su agudeza en el banquillo gubernamental y quizá también su destreza para sortear las embestidas de enemigos de su propia familia laborista. En el plano doméstico, su suerte también se tornó en desgracia y humillación pública. La ruptura de sus 28 años de matrimonio con la madre de sus dos hijos, Margaret, se vivió en público. Un dominical sensacionalista estaba a punto de desvelar detalles de la relación extramarital del entonces ministro con su secretaria Gaynor Regan, y Cook recibió un ultimátum del secretario de comunicación de Blair, Alastair Campbell. Dejó a su mujer y reemprendió su vida con Regan, con quien se casó poco después. Ayer, ascendía con ella el pico Ben Stack cuando perdió el conocimiento. A última hora de ayer no se habían determinado las causas de su muerte.
En los últimos años, Cook ha actuado en oposición al Gobierno Blair. La ruptura se produjo en 2003, cuando dimitió de su cargo ministerial en protesta por la invasión de Irak. Criticó abiertamente la decisión de ir a la guerra sin el respaldo de Naciones Unidas y, días atrás, pidió la retirada de las tropas británicas del país. Había vuelto una vez más a recuperar su brillantez para el debate político y dar fe de su inteligencia en la exposición de cuestiones controvertidas. A diferencia del primer ministro, su antiguo aliado relacionó los recientes atentados con bombas de Londres, en los que murieron 56 personas, incluidos los cuatro presuntos suicidas, con la invasión de Irak.
Robin Cook nació en Bellshill, al este de Escocia, el 28 de febrero de 1946. Estudió literatura inglesa en la Universidad de Edimburgo y, al licenciarse, colaboró en tareas de docencia, además de iniciarse como escritor. Para entonces ya había despertado su interés por la política, consecuencia, al parecer, de leer el semanario de filo laborista New Statesman. Entró en el parlamento de Westminster, en 1974, como diputado de Edimburgo central y, desde 1983, representaba al distrito electoral de Livingston, ambos en Escocia.
Cook rechazó presentarse a las elecciones por el liderazgo laborista que ganó Tony Blair en 1994. Se habían precipitado tras la muerte inesperada, por fallo cardiaco, de John Smith, y el pelirrojo Cook era por entonces el político más respetado por los votantes laboristas. Había dejado atrás parte de su ideología izquierdista en temas de política europea y económica y comenzaba a abrazar al nuevo laborismo. En 1996 incluso sugirió que un gobierno laborista adoptaría el euro.
Cook vió parcialmente recompensado su respaldo hacia el futuro líder laborista. De acuerdo con sus biógrafos, buscaba la cartera de Economía en el primer gobierno Blair, que recayó en Gordon Brown en virtud al acuerdo personal pactado por ambos políticos. Fue nombrado ministro de Exteriores, cargo que perdió en la segunda victoria electoral laborista a favor de Jack Straw. Se vió entonces relegado a una función menor como portavoz de la Cámara de los Comunes del Parlamento británico. Sus colegas y rivales políticos le echarán en falta.-
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