El futuro de la electricidad en Europa: un reto, cuatro desafíos
El autor considera imprescindible concienciar a la sociedad del esfuerzo que requiere garantizar el abastecimiento eléctrico y pide una utilización responsable de la energía.
A mediados del pasado mes de junio, 500 representantes de las empresas eléctricas de la Unión Europea, de organismos reguladores y legisladores nacionales y de asociaciones de consumidores, entre otros, se reunieron en Viena en el marco de la Conferencia Anual de Eurelectric, la organización del sector eléctrico europeo.
El lema central de la reunión, Electricidad para Europa: ¿se puede definir el futuro?, refleja con claridad que existe actualmente en Europa una sincera preocupación por el futuro de un servicio que es esencial para nuestro desarrollo social y económico.
Las contribuciones de ese amplio conjunto de expertos de la comunidad eléctrica europea condujeron a la elaboración de un documento, denominado Declaración de Viena, en él se afirma que "como generadores y suministradores de un input esencial para la actividad económica, somos especialmente sensibles a la necesidad de que empresas y ciudadanos dispongan de un servicio eléctrico en las mejores condiciones de calidad, continuidad y seguridad, a un coste competitivo, de acuerdo con criterios de eficiencia energética y de una manera respetuosa con el medio ambiente, un reto formidable pues supone cumplir objetivos todos ellos deseables e imprescindibles, pero frecuentemente contradictorios".
Hacen falta empresas de dimensión suficiente para desarrollar las infraestructuras
No es casual que, en la lista de los desafíos, la seguridad del suministro aparezca en primer lugar
Así pues, un solo reto: garantizar el servicio eléctrico que exige el desarrollo futuro de Europa. Y cuatro desafíos, a veces tan inseparables como contradictorios: seguridad de suministro, coste competitivo, eficiencia y respeto al medio ambiente.
- Seguridad del suministro. No es casual que, en la lista de los desafíos, la seguridad del suministro aparezca en primer lugar. Tampoco es preciso insistir en la importancia de asegurar la máxima disponibilidad de un servicio esencial para el desarrollo de nuestra sociedad. Por el contrario, parece necesario recordar que, para conseguir ese nivel de seguridad, hay dos necesidades ineludibles.
La primera es conseguir una adecuada diversificación tanto de las fuentes de energía que se utilizan para su producción como del origen geográfico de las mismas, a fin de estar cubiertos frente a riesgos de desabastecimiento o de inestabilidad geopolítica. De acuerdo con las estimaciones actuales, los 25 países de la Unión Europea tendrán que haber renovado en los próximos 15 años el 50% de su capacidad en instalaciones de producción de electricidad. Y esa renovación tendrá que basarse en decisiones prudentes respecto de la estructura por fuentes que habrá de tener ese parque de producción en el año 2020.
Según cálculos de la Comisión Europea, de mantenerse las tendencias actuales, la dependencia energética respecto del exterior de esos 25 países sería del 62% en el año 2020, frente al 47% que se registraba en el año 2000, con grados de dependencia de hasta el 88% en el caso del petróleo, del 81% en el del gas natural y del 66% en el del carbón. En tal perspectiva, todas las tecnologías disponibles habrán de ser consideradas para que contribuyan de manera equilibrada a la cobertura de la demanda. Ello implica un replanteamiento del papel de la energía nuclear, tema de relevancia también para el cumplimiento de Kioto.
La segunda necesidad es disponer de infraestructuras suficientes, tanto desde el punto de vista de la producción como de las redes de transporte y distribución. Y no sólo de electricidad, sino también de gas natural. No nos enfrentamos aquí únicamente a problemas industriales o económicos, sino también administrativos. Las empresas eléctricas y gasísticas se encuentran cada vez con más dificultades para el desarrollo de las nuevas infraestructuras que son imprescindibles para abastecer la demanda.
- Coste competitivo. Por lo que se refiere a la competitividad de los costes de generación y suministro, las empresas y los mercados eléctricos europeos se enfrentan actualmente a dos importantes obstáculos.
El primero es el incremento de los precios internacionales de las materias primas: petróleo, carbón y gas natural. El caso del gas natural es especialmente relevante, dado que la mayor parte de la nueva capacidad futura que está en construcción o proyecto se basa en este combustible.
El segundo es el coste de los derechos de emisión de CO2. Como consecuencia del escaso desarrollo del mercado de comercio de emisiones y de la falta de liquidez, su coste se ha elevado hasta los 30 euros por tonelada, cuando los mercados, hace sólo seis meses, establecían precios en torno a los cinco.
Un entorno realmente competitivo es la mejor herramienta para conseguir la reducción de las emisiones al menor coste posible y enviando una señal adecuada a los agentes que participan en él. Para ello, han de respetarse los principios de mercado, evitando distorsiones a futuro, como los límites de precios, o el no traspaso de estos costes a los precios del cliente final.
- Respeto al medio ambiente. Uno de los retos más importantes de la industria eléctrica europea es cumplir los objetivos de reducción de emisiones de CO2 derivados del compromiso de la UE con los acuerdos de Kioto. Al sector se le ha exigido que la reducción de su nivel de emisiones en el año 2012 respecto de 1990 sea el doble de lo que se exige a toda la sociedad europea: un 10% frente al 5%.
Será necesario un gran esfuerzo en I+D para hacer frente a este reto. En generación, serán imprescindibles avances en la captura y el almacenamiento de CO2, en tecnologías de generación con combustibles fósiles y bajas emisiones de CO2, en nuevas tecnologías a partir de fuentes renovables, etcétera. Y en infraestructuras de transporte y distribución, redes inteligentes de energía que fomenten la reducción de las pérdidas.
Para que el objetivo pueda cumplirse eficazmente, son necesarios más requisitos. Ante todo, la búsqueda de soluciones globales a un problema, el calentamiento del planeta, que precisamente se define como global. Pero también otras medidas tales como marcos temporales más amplios que permitan realizar los ajustes necesarios a las tecnologías e instalaciones existentes, mecanismos de gestión de la demanda, la participación proporcionada de todos los sectores económicos en el cumplimiento de las metas y, sin duda, el compromiso activo de toda la sociedad en su consecución.
- Eficiencia energética. La Comisión Europea ha publicado recientemente un Libro Verde sobre eficiencia energética con un ambicioso objetivo: reducir el consumo de energía primaria estimado para el año 2020 en un 20%, es decir, volver a los niveles de consumo de 1990, con un ahorro anual de 60.000 millones de euros en la factura energética europea.
La industria eléctrica es consciente del papel que ha de jugar la reducción de la intensidad energética para alcanzar los objetivos deseados en materia de costes y medio ambiente. Una vía eficaz para conseguirlo es sustituir las tecnologías energéticas convencionales por el uso de tecnologías eléctricas en los procesos industriales. Sin embargo, la mayor aportación al cumplimiento de este objetivo deberá venir del lado de la demanda, es decir, de la sociedad en su conjunto, mediante una utilización responsable de la energía.
- Un mercado eléctrico paneuropeo.
En los últimos años se han sucedido directivas y disposiciones comunitarias para el desarrollo del mercado interior de la electricidad y del gas, la última en el año 2003. Recientemente, la Comisión Europea ha lanzado un proceso de consulta para analizar el progreso en su implantación. Respondiendo a esta solicitud, Eurelectric ha enviado a la Dirección General de Transporte y Energía (Dgtren) de la Unión Europea cuatro recomendaciones y su hoja de ruta para la creación de un mercado único paneuropeo.
Su primera recomendación es que se garantice la completa implementación de esa norma. A ella añade otras tres: el compromiso por parte de las empresas eléctricas para asegurar una completa separación entre las actividades eléctricas reguladas y las liberalizadas, mantener la confianza en los fundamentos del mercado y en la formación de los precios, y la expansión e interconexión de los mercados mayoristas, hasta alcanzar grandes áreas con precios homogéneos. Son imprescindibles también señales de precio fiables y accesibles de forma transparente y no discriminatoria, así como la existencia de un número suficiente de agentes en los mercados. Además, deberán existir mecanismos de mercado para la gestión de las restricciones y suficientes líneas de interconexión para reducir los cuellos de botella que dificultan los intercambios internacionales de electricidad.
Si se atienden estas recomendaciones, Eurelectric considera que se podrá llegar a la creación de un verdadero mercado paneuropeo en un proceso que debería estar finalizado en 2012.
- Regulación estable para hacer posibles las inversiones. Para la creación de este mercado es indispensable la existencia de un entorno regulatorio estable y predecible que asegure la coherencia entre los distintos sistemas regulatorios nacionales. Este entorno es condición sine qua non para hacer posibles las inversiones estimadas por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que considera que será necesario un esfuerzo inversor de 925.000 millones de euros entre 2000 y 2030 para hacer frente a las infraestructuras eléctricas que precisará la Europa de los Veinticinco.
Como afirma la propia AIE, "los gobiernos deben crear condiciones regulatorias estables, transparentes y predecibles que permitan a los agentes de los mercados competitivos evaluar los riesgos de los mismos y asegurar que la estructura del mercado no impide inversiones económicamente viables".
Otro factor que no se debe olvidar es que, para acometer este ciclo inversor, el tamaño sí importa. Para afrontarlo, hacen falta empresas de dimensión suficiente, con escala europea, capaces de comprometer los recursos que permitan desarrollar estas infraestructuras
- Una sociedad concienciada. Nuestra sociedad es consciente de la importancia de la electricidad como fundamento del progreso económico y social. Pero quizá no lo sea tanto del esfuerzo inversor e industrial que hay detrás del encendido de cada bombilla, electrodoméstico u ordenador.
Por ello, una de mis prioridades como presidente de Eurelectric será contribuir a que los ciudadanos europeos vayan más allá del reconocimiento de la importancia de la electricidad para nuestro nivel de vida y se conviertan en agentes activos de una utilización óptima y responsable de esta forma de energía, a través del conocimiento de la realidad económica e industrial que la hace posible y de la aportación que cada cual puede y debe hacer para asegurar su futuro.
Sólo así será posible avanzar en el desarrollo de las infraestructuras y los mecanismos adecuados que permitan a la industria cumplir con las expectativas que el conjunto de la sociedad tiene puestas en este servicio esencial.
Rafael Miranda es presidente de Eurelectric y consejero delegado de Endesa.
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