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El aislante, problema endémico del transbordador

La NASA había apostado muy fuerte por el primer vuelo de los transbordadores, tras el accidente del Columbia en 2003. Se trata de que EE UU recupere la capacidad rutinaria de acceso al espacio, dado que carece de otras naves para sus astronautas, y de reemprender el montaje en órbita de la Estación Espacial Internacional (ISS).

Tras varios aplazamientos y retrasos, el Discovery por fin despegó el martes pasado en medio de la euforia en la base espacial Kennedy (Florida). La NASA lo calificó de "lanzamiento limpio". El ascenso fue filmado por más de un centenar de cámaras estratégicamente situadas para registrar cada detalle. Y las cámaras se convirtieron en jarros de agua fría al mostrar que, en contra de lo que se esperaba dadas las modificaciones técnicas realizadas en los transbordadores para aumentar su seguridad, se habían desprendido fragmentos considerables de gomaespuma del material aislante del depósito principal. Esto es precisamente lo que se quería evitar, ya que uno de esos trozos desencadenó la tragedia del Columbia. En las modificaciones de estas naves se han invertido dos años y medio y mil millones de dólares.

Pese a que los análisis no han mostrado hasta ahora que el Discovery haya sufrido ningún impacto peligroso, la NASA, reconociendo su error, ha anunciado que no lanzará otro transbordador hasta no haber solucionado completamente este problema endémico de los transbordadores. La próxima misión debía salir en septiembre y ahora está cancelada.

Michael Griffin, director de la NASA, declaró el pasado viernes que el Discovery tiene sólo 25 impactos tras el lanzamiento, mientras que la media en los transbordadores antes de las reformas era de 145. Se mostró satisfecho por el trabajo realizado, reconoció los errores cometidos al no asegurar el aislante precisamente en el punto donde se produjo el mayor desprendimiento -aunque se estudió- y expresó su confianza en poder solucionar el problema pronto para "no alargar demasiado" la suspensión de los vuelos.

La NASA aborda con cautela el estado del Discovery, pero por los análisis que han realizado hasta ahora, los expertos no temen por el regreso de la nave con los siete astronautas a bordo dentro de una semana.

El mayor fragmento de gomaespuma desprendido, de unos 75 centímetros de largo, no parece que golpeara al transbordador. Sin embargo, otros trozos menores sí lo hicieron; los nuevos sensores instalados en las alas han indicado 11 impactos, aunque ninguno parece serio, según las imágenes analizadas.Los ingenieros, con la información que reciben, están también estudiando el estado de una zona junto a las compuertas del tren de aterrizaje y la panza de la nave.

Griffin aseguró que el problema de la gomaespuma se va a solucionar y que los transbordadores volverán a volar. Pero también comentó que lo sucedido con el Discovery hace aún más evidente la necesidad de jubilar los transbordadores "de forma ordenada" y empezar a construir el próximo vehículo tripulado. Ese futuro sustituto no estará listo hasta 2010, como muy pronto.

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