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FESTIVAL DE SALZBURGO

Marc Minkowski triunfa con un exuberante 'Mitridate'

Desde la enérgica obertura, Marc Minkowski dejó bien claro que el montaje de Mitridate, re di Ponto estrenado bajo su dirección anteanoche en el Festival de Salzburgo es fruto de su desbordante pasión por la primera ópera seria que Mozart compuso con sólo 14 años. Ni el sofocante calor ni el incómodo patio del Residenz que acogió el nuevo montaje pudieron con el entusiasmo de Minkowski y un buen equipo de cantantes que mantuvieron el tipo en una obra de apabullante dificultad vocal. El montaje, con un sencillo y efectivo planteamiento escénico de Günter Kramer, triunfó a lo grande.

No todos los directores de orquesta comparten el entusiasmo de Minkowski por Mitridate, estrenado en el teatro Regio Ducale de Milán en 1770. Desde el punto de vista dramático y teatral, no es fácil sacarle partido a una larga partitura que no es más que una sucesión de recitativos y arias -sólo hay un dúo, fenomenal, pero sólo uno en casi tres horas- que pueden dar lugar a una monótona velada. Minkowski, en cambio, demostró anteayer en Salzburgo que Mitridate es todo un espectáculo.

En el foso, la fiesta mozartiana fue total. Minkowski, que ama las voces y vibra con el virtuosismo y el sentido expresivo del canto mozartiano, arrolló al frente de su estupenda orquesta de instrumentos de época, los Musiciens de Louvre-Grenoble, ofreciendo una fresca y exuberante lectura, de irresistible pulso dramático y delicados matices. Pura filigrana.

Las limitaciones del escenario no permiten un gran despliegue de medios en el patio de la residencia episcopal. Günter Kramer aprovecha el espacio con imaginación y saca extraordinario partido a unos recursos escénicos simples: un gran espejo, unos paneles móviles y rejas bastan para animar la acción y clavar en la retina del espectador algunas imágenes de poderoso efecto, como los 15 figurantes vestidos con casaca roja que se deslizan por la escena como en una deliciosa travesura mozartiana.

Kramer traslada la cruzada del rey heleno de Ponto contra los romanos a nuestros días y convierte a Mitridate en un violento y sudoroso dictador con pistola en la sobaquera y gafas de sol. No hay, afortunadamente, violencia gratuita ni espíritu provocador, porque Kramer, poco amigo de los escándalos, prefiere mostrar la guerra doméstica de Mitridate, padre represor y tiránico, con sus hijos, Sifare y Farnace, que visten pantalón corto y disputan la corona y el amor de Aspasia, prometida del dictador, como si fuera un perverso juego en un patio de colegio.

La consigna escénica es animar y entretener, porque en Mitridate el espectáculo está en las voces. Como todos los tenores que lidian con el papel titular, Richard Croft, habitual colaborador de Minkowski, pasó apuros ante la inclemente tesitura, pero acabó imponiendo su clase y su dominio estilístico. La soprano Netta Or, que sustituyó a Eva Mei, empezó con mucha timidez y ganó aplomo a medida que avanzaba la función. Cantó bien, con solvencia en los agudos y buen gusto en la ornamentación, y acabó convenciendo. Estupenda la actuación de la soprano Miah Persson en el comprometidísimo papel de Sifare, escrito para lucimiento del célebre castrado Pietro Benedetti, llamado Sartorino, y muy convincente el contratenor Bejun Mehta, con medios algo ligeros para Farnace, pero con una expresividad y un instinto teatral de primera.

No todo fueron alegrías. Además del virtuosismo técnico y el sentido musical -imprescindibles para sacar todo el valor expresivo a un canto que es algo más que pura pirotecnia vocal- hubiera sido deseable una mejor dicción italiana en todos los solistas. Tampoco anduvieron muy finos los responsables del festival con la traducción de la leyenda Mitridate è vincitor, non vinto, que, inscrita en árabe, preside la escena. Desde la ignorancia del idioma, damos por buena la versión árabe, pero cruzamos los dedos, porque en la traducción española que consta en el programa de mano es ininteligible: "Mitridate, no vencida, sino venciendo" (sic). Teniendo en cuenta que en los programas y publicaciones del Festival de Salzburgo el idioma español brilla por su ausencia, ya es mala suerte fallar en una única frase.

Un momento de la representación de <i>Mitridate</i> en Salzburgo.
Un momento de la representación de Mitridate en Salzburgo.
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