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Iguapop Gallery expone en Barcelona las muñecas de la artista francesa Miss Van

De una sensualidad barriobajera, entre el look Lolita y la estética posnuclear. Así son las ya célebres muñecas de Miss Van, que hasta el 6 de agosto se exhiben en la galería barcelonesa Iguapop Gallery (Comerç, 15. www.iguapop.net), reunidas en la exposición Toma dame. Nacida como grafito en 1993, la muñeca sexy de formas voluptuosas y ojos rasgados se ha convertido en 12 años en un icono contemporáneo internacionalmente conocido, pasando de las calles a las galerías de arte. Desde su primera exposición en Diloy de Toulouse, en 1999, las muñecas se han exhibido en numerosas galerías, como Spazio Lima de Milán, Merry Karnowsky de Los Ángeles y Fornarina de Amberes.

Detrás del seudónimo de Miss Van se oculta Vanessa Castex (Toulouse, 1973), una pintora francesa que empezó su trayectoria artística, armada de aerosoles, pintando grafitis en los muros de París, Londres, Berlín, Montreal, Nueva York y Barcelona, ciudad donde pasa largas temporadas. El erotismo infantil y perverso de sus primeras poupées constituyó una verdadera novedad en la escena del arte urbano, tradicionalmente dominada por los hombres. "Al principio mi obra era totalmente autobiográfica. El graffito es bastante megalómano y yo tenía una verdadera necesidad de reafirmar mi identidad, así que en lugar de escribir mi nombre, me autorretrataba", relata la artista en la página web de la galería Magda Danysz de París (www.magda-gallery.com), que la representa desde hace tres años.

Deudoras de la estética de las pin up de la década de 1950 y de las animaciones japonesas, con el tiempo y la práctica, las muñecas han evolucionado, pasando de las figuras estilizadas y sencillas, pero llenas de la energía de sus pintadas callejeras, a personajes más sofisticados, expresivos y ricos de detalles. Ahora, a menudo, aparecen acompañadas por animales fetiche, a veces espectadores y otras coprotagonistas de las performances seductoras de las muñecas.

"Los peluches sustituyen a los hombres, demasiado simples desde un punto de vista gráfico", escribe Castex, que ha ido forjando su imagen de artista maldita rechazando entrevistas y permitiéndose comportamientos de estrella. Su actitud rebelde no le ha impedido acceder al mercado del arte ni participar en grandes ferias internacionales.

En Iguapop Gallery sus pinturas acrílicas sobre tela o madera se venden, dependiendo del formato, por entre 150 y 4.500 euros, y las impresiones digitales (en series limitadas de 12 ejemplares) cuestan 220 euros. Después de su presentación en Iguapop, la exposición recalará en la Jonathan LeVine Gallery de Nueva York.

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