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Crónica:VERANO 2005
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ardientes, elásticos, duros: la física de 'Los 4 fantásticos'

UNA NUEVA AMENAZA se cierne sobre la Tierra. Esta vez no se trata de un asteroide, ni de un comenta, ni de basura espacial, ni siquiera de alienígenas: es ni más ni menos una extraña tormenta cósmica en rumbo de colisión con nuestro pequeño mundo azul. Una ocasión única que el genial Reed Richards y su intrépido séquito de colaboradores no piensan dejar escapar. Financiados por el excéntrico magnate, de vistoso apellido, Víctor von Muerte (Von Doom, en la versión inglesa), antiguo compañero de estudios de Richards y rival ahora en una contienda de faldas, se embarcan en una temeraria odisea espacial. Un fallo en las previsiones del tiempo de impacto de la tormenta produce su inesperada exposición a la radiación (rayos cósmicos, para ser más precisos). A su regreso a la Tierra descubrirán sus nuevas y sorprendentes aptitudes mientras luchan por vencer a la genética y al malvado Von Muerte. Descafeinada adaptación cinematográfica del popular cómic Los 4 fantásticos, obra de Jack Kirby y Stan Lee (1961).

Aquí analizamos los efectos esperables de la exposición a una lluvia (por seguir con la analogía meteorológica) de rayos cósmicos. Imaginen un fría tarde de invierno. Se encuentran en casa y apuestan por ver un filme en DVD. A tal efecto, preparan palomitas en el horno microondas y se acomodan en el sofá junto a su bebida favorita. Hasta aquí, nada anormal, salvo que al abrir el horno se encuentran con una sorpresa (cinco, de hecho): parte del maíz se ha vuelto invisible; otro, elástico como un chicle; otra porción arde a voluntad; algunos granos han adoptado un aspecto pétreo (como kikos, pero infinitamente más duros y pesados), y otros presentan incrustaciones de metal. Argumento inverosímil, pensarán. Y estarán en lo cierto. Sin embargo, esto es, a grandes rasgos, lo que les sucede a nuestros protagonistas: Red Richards se erige en un ser elástico; su ex novia Sue Storm, en mujer invisible; el hermano de ésta, Johnny Storm, en la antorcha humana (capaz de generar fuego al chasquear los dedos e, incluso, de entrar en ignición y ¿volar!), y el piloto Ben Grimm, en una mole deforme, descomunal, apodada la Cosa.

Al margen de los dudosos beneficios de la radiación, uno esperaría que los efectos de la exposición a los rayos cósmicos fuesen parecidos. ¿Cómo explicar si no ese amplio abanico de poderes, absolutamente contrapuestos, que adquieren los protagonistas del filme? El recurso a distintas dosis de radiación recibidas no parece apropiado. Así, podría esperarse una gradación de efectos en función de la intensidad específica recibida, pero nunca tal pluralidad de efectos puerilmente justificados por "un tipo de energía radiactiva (sic)".

En el mundo real, la exposición a elevadas dosis de radiación resulta letal. Aunque determinadas radiaciones de baja intensidad pueden inducir mutaciones en los seres vivos, el bombardeo de tejido humano con rayos cósmicos (partículas cargadas de alta energía y naturaleza extraterrestre, cuyo origen preciso es todavía objeto de debate) consigue ionizar (esto es, arrancar) algunos electrones de los átomos y moléculas que lo integran, alterando así su funcionalidad. Una elevada dosis de radiación sólo comporta la muerte del individuo. Así las cosas, nada de teñir de verde a un ser (como le pasa a Bruce Hulk Banner al exponerse a los rayos gamma), de volverlo invisible o inusitadamente elástico.

En defensa de Stan Lee (quien, dicho sea de paso, nos obsequia en Los 4 fantásticos con otro de sus habituales cameos, interpretando esta vez a un cartero) y los otros creadores de cómics y filmes de mediados del siglo XX, los efectos de la exposición a la radiación tardaron en conocerse a fondo. Así, deberíamos ser condescendientes con esa miríada de filmes centrados en efectos hoy día descartados, que abarcan del gigantismo (La humanidad en peligro, El ataque de la mujer de 50 pies) al desarrollo de superpoderes de diversa filiación (Hulk). Pero han pasado unos 50 años y lo que no se sabía entonces puede hoy día encontrarse en cualquier manual escolar... Dicho sea de paso, en el cómic original los cuatro fantásticos adquirirían sus poderes al cruzar los cinturones de radiación de Van Allen (asociados con el campo magnético terrestre).

Aprovechando el tirón que el mercado turístico experimenta al llegar la temporada estival, los que sueñan en convertirse en superhéroes algún día pueden probar fortuna con una de las extravagantes visitas organizadas a la desolada ciudad fantasma de Chernóbil, una oferta de la que se hacía eco recientemente el diario estadounidense The New York Times. Ya saben, dosis de imaginación y radiación a partes iguales.

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