Alicia Alonso recibe en Cannes el Premio Lidova a toda su carrera

"Cada vez que me subo a un escenario, empiezo a vivir. Lo he hecho toda la vida. Lo seguiré haciendo mientras pueda y viva. Gracias", con estas emocionadas palabras, Alicia Alonso recogió el sábado en el Palacio de Festivales de Cannes el Premio Irene Lidova a toda una carrera en medio de un generoso clamor de aplausos en pie. La entrega fue durante la anual Gala de Nuevas Estrellas de Ballet 2000, donde se presentan los mejores y más destacados bailarines jóvenes de la actualidad internacional; y una vez más los emergentes latinos, que se imponen por su calidad en todas las grandes compañías, tanto europeas como americanas, se llevaron la palma: el brasileño Thiago Soares y la argentina Marienela Núñez (ambos estrellas del Royal Ballet de Londres) y los cubanos Viengsay Valdés y Joel Carreño (primeros bailarines del Ballet Nacional de Cuba) literalmente arrasaron con sus versiones de El corsario, los primeros, y Don Quijote, los segundos. Precisión, estilo, virtuosismo, musicalidad, energía a raudales. Estos cuatro bailarines ejemplifican como nadie eso de que viene pisando muy fuerte una generación pujante de gran calidad. El estilo refinado de la Núñez y la "bravura" espumante de Valdés se aliaron a la sobriedad y línea de Carreño o el arrojo atlante de Soares. Otros bailarines también brillaron en la gala: Susanne Grinder y Kristoffer Sakurai (del Real Ballet Danés), Miteki Kudo y Gil Isoart (de la Ópera de París) y la albanesa Enada Hoxha (de la Ópera Nacional de Tirana), que hizo Aubade de Lifar acompañada por el italiano Toni Candelero. Faltaron a la cita los anunciados rusos Alina Somova y Antón Korsakov, revelaciones del Ballet Kirov-Marinskii de San Petersburgo, que están de gira en el Reino Unido. Los recientes atentados les han retenido en Londres al no obtener los visados para dar ese salto al Mediterráneo y regresar enseguida a las islas Británicas.