Bendita heterodoxia
Seriedad. Transgresión. Ironía. Saber estar. Dominio del espacio. Referencias pictóricas y literarias. Control rítmico. Geometrismo racional. Poso técnico. Cultura del baile. Vasos comunicantes con el toreo. Plástica actual. Voluntad contestataria. Herencia de Escudero. Pasión por el negro.
Se podrían esgrimir muchos argumentos para calificar este espectáculo singular, hermoso, bien construido y sin duda único dentro del panorama del teatro-danza flamenco de nuestros días. La heterodoxia venal y altiva que exhibe Galván es parte de su genio, de su personalidad. Y eso lo hace un artista notable. No es exagerado que recuerde al Escudero voluntarioso de sus legendarias danza acompañado por el ruido de dinamos.
Compañía Israel Galván
Arena: Coreografía e interpretación: Israel Galván; música: Alfredo Lagos, Enrique Morente y otros; luces: Ana Bonadei; vestuario: Mangas Verdes. Centro Cultural de la Villa de Madrid. 20 de julio.
El buen gusto precede a Galván, su manera de tomarle la medida a las cosas. El coso taurino es una referencia como cualquier otra: su discurso habla de muchas más cosas, encierra muchas más verdades. Sus citaciones van de Picasso a Nijinski. Sabe lo que hace, lo que mezcla, lo que nos propone con tesón. La instalación final con los odres y el burladero es algo muy español (Mijares, un recuerdo) pero a la vez es fuerza secreta, acompañado por la música siempre potente del desaparecido Guerrero. El coso es para Galván un gran teatro del mundo, y a él nos lleva.