Perplejidad y sonrojo

Las declaraciones del señor Aznar en una televisión del Reino Unido me producen perplejidad y sonrojo. En ellas, el ex presidente sugiere que la reacción de los españoles al 11-M fue una indigna salida de Irak y una injusta demonización del Gobierno de entonces. Estas palabras faltan a la verdad y ponen bien a las claras un déficit de representatividad nacional que entra en conflicto con sus prédicas patrióticas. Una figura política de este calibre sabe que el menoscabo a sus compatriotas en medios extranjeros constituye una deslealtad y un pecado mortal. Éste es un detalle que a buen seguro no habrá pasado inadvertido a los ciudadanos británicos y que habrá provocado más de un arqueamiento de cejas en los mentideros políticos de aquel país.

Me desanima el revanchismo político exhibido por la cúpula del PP en momentos tan delicados como los que acontecen. No es momento de hacer caja política a costa de sucesos tan luctuosos como los del 7-J, ni de lanzar reproches al electorado español, cuyo único pecado conocido es el de haber ejercido sus opciones electorales de manera soberana y responsable. Como viene siendo costumbre en los últimos tiempos, los políticos del primer partido de la oposición han hecho gala de una mal gusto y una falta de compostura inmensurables.