El laboratorio secreto de las flechas plateadas
El vanguardista Centro Tecnológico de McLaren costó 500 millones y es una referencia mundial
Los bosques londinenses de Woking, a 130 kilómetros del circuito de Silverstone, son frondosos, de un verde intenso. Allí, cincuenta hectáreas de jardines perfectamente cuidados, custodian y esconden la joya de la escudería McLaren de fórmula 1, el MP 4-20.
Diseñado por el prestigioso arquitecto alemán Norman Foster, las líneas del McLaren Technology Centre, el centro de operaciones de la escudería dirigida por Ron Dennis, evocan a las de un monoplaza. No en vano, el diseño de esta maravilla vanguardista que costó 500 millones de euros y fue inaugurada por la Reina de Inglaterra y el duque de Edimburgo en mayo de 2004, fue un mano a mano entre Dennis y Foster. La estructura exterior es plateada, con pilares blancos y cristaleras que recorren toda la ondulada fachada. La imagen de marca es uno de los puntos más mimados por Ron Dennis, pues todo en el interior posee los rasgos cromáticos de las flechas plateadas. El edificio consta de cuatro niveles, dos de ellos subterráneos y uno superior. La sensación de frío que se apodera de todo aquel que penetra en el hall desaparece ante el color de los bólidos que, postrados en batería a lo largo de toda la planta baja, se exhiben como objetos de culto de cara al lago que abraza el centro.
El túnel de viento funciona cuatro veces al día para no agotar la capacidad energética de la zona
El F1 Le Mans que venció las 24 Horas del mítico circuito francés en 1995 precede al F1 XP5 que batió, en 1993, el récord de velocidad máxima nunca alcanzada por un coche de producción en serie (387,6 km/h). Y así, sucesivamente hasta llegar a los MP4 de Niki Lauda, Ayrton Senna, Alain Prost, Mika Hakkinen y, cómo no, la última joya, el MP4-20 de Kimi Raikkonen y Juan Pablo Montoya. Detrás de los coches y a lo largo de toda la recepción, una cristalera a modo de pared abre de par en par el taller donde, minuciosamente y de forma artesanal, se ensamblan los Mercedes SLR McLaren. Las 500 unidades al año que se fabrican de estos exclusivos vehículos que rondan el medio millón de euros son el fruto, de serie, de la unión entre la marca británica y Mercedes-Benz.
Cada uno de los SLR, destripados, está conectado a dos ordenadores que, tras cada movimiento, atrae la atención de los mecánicos. A pesar de tratarse de un taller, ataviados con batas negras y guantes blancos trabajan impolutos. En el segundo subterráneo, parte del laboratorio-taller donde nacen las diferentes piezas del bólido de Raikkonen y Montoya. Las máquinas que allí habitan son las más avanzadas que actualmente existen. Cada piñón que conforma cada una de las siete marchas del MP4-20 es de aluminio, y sus dientes son serrados, al agua, mediante un sistema de descargas eléctricas con un hilo de cobre como hoja. Componentes como los pedales, de titanio, cuyo peso en toda su estructura es de 125 gramos, también se sueldan en la planta más subterránea. Preside la sala más grande el esqueleto. El chasis del bólido, de aluminio y fibra de carbono. De color negro mate, sólo se construyen entre nueve y once a lo largo de toda la temporada.
"Fabricamos pocos chasis porque, normalmente, a lo largo del campeonato, los pilotos utilizan tres o cuatro", afirma Jonathan Neale, Director General de McLaren Racing. "En este garaje, los días de carrera es donde trabajan los ingenieros. En una carrera, aquí se reúne más gente que en el circuito. A las carreras van entre 100 y 135 personas, pero aquí tenemos seis equipos de ingenieros pendientes de lo que ocurre en pista. Si surge algún problema barajamos seis metodologías distintas para discriminar, en segundos, y elegir la mejor opción", prosigue.
"Durante la carrera el flujo de información es constante. Los pilotos transmiten a la gente que está en el muro, ellos pasan la información al box, desde el taller se transmite a los camiones aparcados en el paddock y éstos, vía satélite, la envían hasta aquí. En cuestión de segundos el proceso se produce a la inversa. Es importantísimo que tengamos la tranquilidad de que nuestros datos son confidenciales, de que nadie los puede piratear", incide el responsable máximo del centro en ausencia de Dennis. Computer Associates es la empresa que garantiza la confidencialidad de la información de la marca y evita que, en un mundo tan competitivo como es la fórmula 1, nadie pueda piratear los datos de McLaren. "Trabajan con nosotros desde 1997 y nos dan mucha tranquilidad", añade Neale.
En la planta inmediatamente superior se encuentran los paneles donde se estiran las láminas de fibra de carbono. Un programa informático se encarga de aprovechar la máxima superficie de cada una de las hojas de este material, tan ligero como elevado es su precio. Los ingenieros, tijeras y secador en mano, miman y moldean la fibra que más tarde pasará al horno para solidificarse y crear, por ejemplo, el suelo del monoplaza.
También en la planta se encuentra aquello que la marca preserva con más recelo: el túnel de viento. De 145 metros cuadrados, el ventilador de este banco de pruebas, de cuatro metros de diámetro, exige el máximo a la aerodinámica del monoplaza. Cuando opera al máximo precisa de 1.500 kilowatios de energía, excesiva para la zona de Woking. El túnel de viento sólo puede funcionar cuatro veces al día, pues se corre el riesgo de agotar la capacidad energética de la zona. En su interior, una réplica a escala del MP4-20, reducida al 60% de su tamaño real y con las cuatro ruedas de plomo, aguarda el momento en que la maquinaria del túnel ponga a prueba cada una de las evoluciones que se le practican a la aerodinámica del auto. Al abandonar el centro, una escultura roja y negra despide. Este es el único tono cálido en el templo de McLaren, que se ha convertido en la referencia, el modelo a imitar para las escuderías más potentes del Mundial. El laboratorio de plata.
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