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Tribuna:DESDE MI SILLÓN | TOUR 2005 | Séptima etapa
Tribuna
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Mitos y tragedias

Nuestra historia ocurre en el transcurso de la conocida tragedia griega Edipo Rey, de Sófocles. Edipo llega a Tebas, que se encuentra aterrorizada por la esfinge, un monstruo terrorífico con cuerpo de león y cabeza de humano. Ésta ha formulado un enigma al pueblo y exige el sacrificio de una víctima humana al día mientras sea incapaz de dar respuesta al enigma. El enigma, aparentemente trivial, diezma la población de la ciudad hasta que Edipo da con la siniestra respuesta y la salva del castigo de los dioses.

Decía así el enigma de las tres edades: "Se mueve a cuatro patas por la mañana, camina erguido al mediodía y utiliza tres pies al atardecer. ¿Qué cosa es?". Nadie encontró la respuesta hasta que Edipo cayó en la simplicidad de la cuestión: el hombre.

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El Tour, territorio mítico donde los haya, es otro campo abonado de tragedias, aunque éstas más terrenales que las anteriores. Ni Francia es Grecia ni la sociedad del siglo XXI se parece mucho a la del siglo V antes de Cristo. Ni Zeus ni Prometeo ni Hermes, por dar ejemplos, son personajes que hayamos visto rodar por alguna carretera francesa, aunque seguro que hemos visto repetida en el asfalto alguna de sus peripecias 2.500 años después. Ni tampoco el Olimpo es un puerto de ésos que han forjado la leyenda.

Aquí, los dioses tienen otros nombres. Se llaman Mercks, por ejemplo; o Anquetil, o Hinault, o Indurain o, por qué no decirlo, Armstrong. Y los lugares míticos se llaman Tourmalet, Galibier, l'Alpe d'Huez, lugares aún más antiguos que los mitos, viejas montañas europeas que ya estaban ahí antes de que los griegos, y nosotros, danzasen por éste mundo.

Pero las tragedias que nos atañen son tragedias manchadas de rojo. El color de la sangre, ese líquido elemento que brota cuando desaparece nuestra piel al contacto con el asfalto. Además, nuestro enigma es más accesible, pues las cámaras de televisión se encargan de que no haya un detalle que se nos escape. Camina a dos patas por la mañana; se desplaza gracias a esas dos patas, pero sin tocar el suelo, al mediodía; yace inmóvil con todo el cuerpo en el suelo durante unos instantes en cualquier momento de la tarde, continúa de nuevo como antes, avanzando sin tener contacto con la tierra, para terminar al atardecer de nuevo a dos patas, como a la mañana. ¿Qué cosa es? Fácil por lo evidente: un ciclista en cualquiera de las etapas de la primera semana del Tour de Francia.

Nuestra esfinge, aquí, tiene forma de billete de avión, el que te dan si una caída te obliga a irte para casa. No hay día sin sacrificio. Y Edipo, nuestro salvador, se presenta aquí metamorfoseado en las montañas, la salvación que aparece en el horizonte que pone punto final a la angustia de estos días. En ellas llegarán nuevas tragedias, pero, al menos, éstas ya se van terminando.

Pedro Horrillo es ciclista del Rabobank.

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