La Liga Profesional no consigue suprimir las eliminatorias de Copa a partido único

La Liga Profesional recibió ayer un nuevo revés por parte del presidente de la Federación. La asamblea del fútbol ni siquiera se planteó la nueva fórmula de la Copa del Rey que aprobaron los clubes de la Liga Profesional en su asamblea anual el pasado 22 de junio.

Los equipos de la Primera y la Segunda División, al aducir que con ello se revitalizaría el interes de la competición, determinaron que se disputase a dos partidos, de ida y vuelta, a partir de los dieciseisavos de final, en los que entrarían por primera vez los de Primera, pero sólamente aquéllos que no se hubiesen clasificado para las competiciones europeas y que son 13 en total. Los siete restantes lo harían desde los octavos de final.

La asamblea del fútbol mantuvo, por contra, la fórmula con la que la Copa se viene disputando desde hace varias campañas. Así, se jugarán dos rondas previas a un único encuentro, como hasta ahora se ha venido haciendo.

Las fechas de estas dos eliminatorias están fijadas para el 31 de agosto y el 26 de octubre. En la primera de ellas ya participarán la totalidad de los 20 equipos de Primera, que se emparejarán con los de Segunda B y Tercera hasta donde sea posible, y los partidos se jugarán en el campo del cuadro de inferior categoría. La siguiente ronda tendrá las mismas características.

Las otras eliminatorias, los octavos, los cuartos y las semifinales se disputarán a doble partido y, debido a lo apretado del calendario, se jugarán en miércoles. La final está señalada para el 12 de abril, víspera de Jueves Santo. Y es que esta temporada la Liga de Primera concluirá el 14 de mayo para que la selección española, si se clasifica, disponga del tiempo suficiente para prepararse para la Copa del Mundo de Alemania 2006, que se iniciará el 9 de junio.

La mayoría de los clubes de Primera y buena parte de los de Segunda miembros de la asamblea tampoco plantearon en la misma la cuestión. De antemano sabían que, por su número, tenían perdida la batalla ante el resto de los asambleístas.