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Asesinado un dirigente chií del primer partido de Irak

Ali Abdelqadem, dirigente de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), el primer partido de este país árabe, fue asesinado ayer a tiros cuando circulaba en su coche por una plaza de Bagdad, según informó el capitán de la policía Saad Safaeldin.

La ASRII ha sufrido infinidad de atentados en los últimos meses, de los que no se han librado sus principales dirigentes. El clérigo Mohamed Baqer al Hakim, fundador del partido, fue asesinado en agosto de 2003 en un atentado con explosivos en la ciudad santa chií de Nayaf, en el que murieron más de 80 personas. Un familiar cercano, Abdelaziz Baqer al Hakim, está ahora a la cabeza de este movimiento, que, junto al partido Dawa, logró un claro triunfo en las elecciones legislativas del pasado 30 de enero. También se supo ayer que el domingo por la noche fue secuestrada en Bagdad Ahlam Ahmed al Yaburi, una destacada concejal del barrio de Kadamiya.

El Gobierno iraquí cree que los insurgentes han variado ligeramente su estrategia en las últimas semanas. En los últimos días se han multiplicado los asesinatos a balazos de dirigentes políticos y de altos funcionarios del Ejecutivo. Y anteayer fue secuestrado el embajador de Egipto en Bagdad, Ihab el Sherif. Los secuestradores, por el momento, no han comunicado exigencias a las autoridades.

Insurgentes detenidos

Por otro lado, las fuerzas de seguridad iraquíes y los militares estadounidenses hicieron una redada en la capital, en las inmediaciones del aeropuerto. Un centenar de presuntos insurgentes, entre ellos algunos egipcios, fueron detenidos en la operación, en la que participaron casi un millar de uniformados.

A pesar de que la policía iraquí y los soldados de EE UU han practicado miles de detenciones en los últimos meses, la insurgencia continúa activa en las regiones pobladas mayoritariamente por suníes. En Bagdad, un coche bomba explosionado por control remoto mató a dos civiles, aunque el objetivo era una patrulla militar estadounidense. En Mosul, en el norte de Irak, hombres armados asesinaron a Jaejees Mohamed Amin, un político del Partido Democrático del Kurdistán, que forma parte del Gobierno iraquí. Y en Faluya, 60 kilómetros al oeste de Bagdad, una bomba estalló al paso de un convoy militar estadounidense: mató a dos civiles e hirió a siete personas más.

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La policía fue objetivo el domingo por la noche del enésimo ataque de los insurgentes. Cinco agentes murieron en Yusufiya, a escasas decenas de kilómetros al sur de Bagdad, en una zona muy conflictiva, al caer en una emboscada de los rebeldes. Otros tres resultaron heridos. Y un contratista iraquí que trabajaba para el Ejército de Estados Unidos murió tiroteado en la carretera que une la capital con el aeropuerto.

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