Una casa para los alumnos
La Universidad Politécnica de Valencia dispone del único espacio universitario abierto 24 horas, 365 días al año
A través de unos ventanales se ve a decenas de universitarios dialogando cómodamente en sillones le corbusier de piel negra; otros se entretienen viendo una televisión gigante de 90 pulgadas y más al fondo los hay que calientan en microondas las fiambreras de hoy, o los que se divierten con la baraja, el billar y la jerga, un juego de mesa que hace furor entre los estudiantes y que consiste en armar una montaña de bloques de madera, de tres pisos sin tumbar la torre. Hay hasta 50 juegos de azar diferentes. Están en la Casa del Alumno de la Universidad Politécnica de Valencia.
El edificio de 5.200 metros cuadrados, ubicado en el campus de Vera, fue inaugurado hace algo más de año y medio como un lugar de referencia para los estudiantes.
Algunos dialogan en sillones le corbusier; otros ven la televisión y utilizan los microondas
La casa es singular por dos motivos. En primer lugar, es el único espacio universitario en toda España que abre las 24 horas durante 365 días del año, bien, un día más si es bisiesto. Además es el único lugar donde los alumnos que son mayoría, gestionan el espacio, además de ser sus huéspedes ocasionales. Y es que a cargo de este singular lugar se encuentran dos funcionarios y 35 becarios que son estudiantes de la universidad que se organizan en tres áreas: actividades, puntos de atención e información y en categorías, según su responsabilidad y dedicación. Los once coordinadores, por ejemplo, reciben una retribución económica de 480 euros por ejercer su labor cuatro horas al día entre semana, frente a los 300 del resto cuya dedicación semanal diaria se reduce una hora.
Con una capacidad de 600 personas simultáneamente, el prime time de la casa se sitúa entre las 11 y las 16 horas, según indica Ximo Mora, uno de los técnicos funcionarios de la misma, mientras enseña el pormenorizado recuento horario en el que se detalla la ocupación de la Casa a cada hora en punto y desde su apertura como si el inventario viniera marcado por las metódicas señales horarias de una radio. Siempre hay gente, incluso en Nochevieja o en Fallas.
Ximo Mora revela que otras universidades españolas, entre las que se encuentra la Jaume I, la Complutense de Madrid y la de Zaragoza, han solicitado información para exportar este modelo que no sólo está concebido para el ocio. Basta con subir un piso para cambiar de concepto: de la ociosa planta baja a una primera planta dedicada al estudio con dos grandes salas con una capacidad de 50 plazas cada una de ellas (una para el estudio individual y otra colectivo); un aula taller que se emplea para reuniones; un aula informática con 30 ordenadores y un salón de grados dotado de sistema de megafonía inalámbrico.
La segunda planta se dedica al trabajo y en ella se encuentra una aula de informática, una sala de proyectos y un salón de grados y, la tercera y última está destinada a la representación estudiantil, donde se sitúa además el despacho de delegados de alumnos. El estudiante Ángel Pedroche es el elegido por el delegado de alumnos como responsable de la morada. "Los estudiantes aquí pueden hablar de sus proyectos. En el extranjero he visto que las grandes empresas se forjan de los emprendedores universitarios. La casa también persigue esta función", indica el estudiante de ADE.
Por la casa deambulan también muchos erasmus. El italiano Matteo Costa conversa con su hermana a través de su ordenador inalámbrico puesto que en su circunstancial piso de estudiante carece de conexión telefónica para tal fin. El suizo Marcelo Waller, atraído por una de tantas actividades culturales programadas en el lugar, entra por el reclamo de una película en versión original. Antes ha quedado con una ingeniera química interesada en conversar con nativos. También hay quien recala en la residencia simplemente para repasar apuntes, antes de volver a la auténtica casa, donde reconocen no hacer nada. Todos sus huéspedes la veneran. Los críticos, por su elevada inversión (4 millones y medio de euros), evitan una particular gran mansión.
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