Libros, papeles y obras de arte

El periplo del legado de Juan Larrea ha sido complicado. Tras su muerte en Argentina, se hizo cargo del archivo personal del poeta su discípulo Felipe Daniel Obarrio, quien lo tuvo bajo su custodia hasta la aparición en escena, a mediados de los años, 80 de Alejandro Finisterre, una persona conectada con los españoles exiliados en México que fue albacea del poeta León Felipe.

Finisterre consiguió sacar el archivo de Argentina y traerlo a España en 1991. Una sentencia de un tribunal de Madrid, que fue recurrida, estableció que el legado de Larrea salió ilegalmente de Argentina. Sus intentos de venderlo a la Residencia de Estudiantes y a la Diputación de Vizcaya no han dado frutos todavía.

Además de su biblioteca, el archivo contiene manuscritos y notas del poeta y documentos relacionados con la vida cultural de los españoles exiliados tras la guerra civil en París y México y los proyectos editoriales en los que participó con otros escritores al otro lado del Atlántico. Y además está su correspondencia con destacados escritores de la Generación del 27, como la que mantuvo con su amigo Gerardo Diego, o con el cineasta Luis Buñuel, con quien colaboró en el guión de la película Los olvidados (1950).

Pero el legado de Larrea también contiene obras de arte. El poeta poseía una colección de grabados de Picasso, tres esculturas de bronce y un aguafuerte de Jacques Lipchitz, entre otras piezas. El archivo contiene también un móvil del Calder y un collage que Picasso regaló a uno de los hijos del poeta. La tasación estableció que el valor de las obras de arte suponía, aproximadamente, una quinta a parte de los 480.000 euros. Fuentes cercanas a la negociación consideran que su valor es superior.