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Un 'café monetario' para todos

El Banco Central Europeo no tiene entre manos una tarea fácil: hacer política monetaria para doce países con economías tan divergentes como Alemania, de crecimiento renqueante pero con una robusta industria exportadora, y España, cuyo producto interior bruto (PIB) se expande a un ritmo que ronda el 3% y su tasa de inflación supera el 3%, pero con un marcado déficit comercial. "Hay países que soportarían perfectamente tipos a corto plazo más altos, pero otros vivirían mejor con tasas más bajas. Creo que ahora está equilibrado. El BCE no puede poner un tipo de interés para cada país en función de su situación económica", explica Michael Schröder, del ZEW de Mannheim (Alemania).

"La política monetaria no puede tener en cuenta las circunstancias de cada uno y tiene que orientarse por la media, con lo que no favorece a ningún país, lo cual se sabía desde el principio. Entonces, surge la pregunta: ¿nos tenemos que resignar o hay posibilidades de mejorarlo?", plantea Alfred Steinherr, del DIW de Berlín. Steinherr opina que el BCE debería orientarse más hacia un recorte de tipos para favorecer a los países de bajo crecimiento, como Alemania, Italia y Francia. "El BCE no debe conceder excesiva importancia a la burbuja inmobiliaria que hay en países como España, sino que debe impedir que haya peligro de deflación en los países que menos crecen. La burbuja debe frenarse con medidas nacionales, por ejemplo estableciendo un máximo legal en la concesión de hipotecas", propone.

"El BCE tiene que hacer una política que acepten los ciudadanos. Sólo así puede mantener su independencia, como ocurría antes en Alemania: la población apoyó siempre al Bundesbank y eso sostuvo su independencia", recuerda el analista del DIW. "El BCE debe convencer a los ciudadanos de su política, y un pequeño descenso de tipos podría ser una señal en este sentido. No creo que esto impulsara de manera significativa la economía en Europa, porque ya tenemos los tipos muy bajos. Sería más bien algo simbólico".

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