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Columna
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Hermes en Terra Tímica

En aquel país la gente mortal abría sus cartillas de ahorro, y también pagaba sus impuestos con tal de tener escuelas y médicos, parques, alcantarillas y pensiones.

Un buen día, el gobernante visionario invitó a Zeus a instalarse en ciertas hectáreas de secarral estratégicamente situado, y decretó que algunos de aquellos depósitos y tributos fueran destinados a poner pisito a toda la corte celestial. No porque la operación en sí fuera a derramar el maná en la tierra de acogida, sino porque suponía que tan selecto vecindario atraería a un buen puñado de semidioses capaces de pagarse chalets con vistas al nuevo Olimpo de cartón. Casas "fabulosas, lujosas, de ensueño, inmejorables panorámicas, emblemáticas, idílicas"...

Más tarde se vio que los custodios de la morada divina habían sido generosos en los gastos y que ya debían más de lo que podían, mientras que los especuladores de las urbanizaciones circundantes podían (y ganaban) más de lo que debían.

Así, titulares de libretas y pagadores/as de tasas recibieron, aunque no gratis, una lección práctica de lo que se llama "socializar las pérdidas": compruebe el alumnado que al final de la jugada cada cual apechuga con su parte de los números rojos del "negocio central", pero sólo un selecto puñado se reparte las fabulosas ganancias de los chanchullos periféricos. El tocomocho, y encima involuntario.

Conviene también recordar que aquellos terrenos resultaron abrasados por el fuego de algún Prometeo anónimo, a saber con qué intención. Y que se expropiaron a la baja porque su destino no era ser urbanizados. En aquel entonces. Ahora la autoridad podría permitir reventas, construcciones y más reventas para inyectar dinero a un Parque que parece incluso haber utilizado facturas falsas para eludir impuestos. Disculpen el retruécano facilón, pero un lugar donde la cantidad de timos ya supera a la de mitos habría de ser rebautizado como Tierra Tímica. Y saludar a Hermes como su numen protector, esa misma deidad que anuncia los "complementos exclusivos" con que se adornan banqueros y ladrones.

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