Emídio Guerreiro, antifascista portugués
Cuando cumplió 100 años, en 1999, Emídio Guerreiro explicó, en una entrevista al semanario portugués Expresso, que la "dignidad humana" fue el ideal que dirigió su larguísima vida, que terminó el pasado miércoles, pocos meses antes de su 106º aniversario. "Como no puede existir dignidad sin libertad, naturalmente que yo luché por la libertad. Luché contra todos los regímenes prepotentes, luché contra todas las dictaduras", dijo entonces.
Guerreiro fue un pionero en la lucha contra la dictadura portuguesa, instaurada en 1926 y sólo derribada en 1974; después de ser encarcelado y torturado por la policía política, se exilió en España en 1932 y luchó al lado de los republicanos en la Guerra Civil, oponiéndose a Franco; y en 1939 llegó a Francia, para incorporarse a la Resistencia contra la ocupación de los nazis. Permaneció en París hasta 1974, pero desde el exilio siguió su actividad de opositor al dictador luso, António de Oliveira Salazar.
Cuando el régimen dictatorial portugués cayó, Guerreiro no dio por terminada su misión. Instalado otra vez en Portugal, participó en la fundación del Partido Popular Portugués, hoy Partido Socialdemócrata Portugués, que llegó a liderar en los turbulentos días del verano de 1975, marcados por una enorme agitación social y política y la amenaza de la instauración de una dictadura comunista. Más tarde abandonó las filas del PSD y acabó dando su apoyo públicamente al Partido Socialista.
En paralelo a su actividad política, Guerreiro se dedicó también a la enseñaza de matemáticas en la Universidad de Oporto y en la Academia de París.
Era también un destacado miembro de la masonería portuguesa, que integró en 1927, adoptando el nombre de Lenine. "Era una mezcla de Don Quijote y Che Guevara", afirmó António Arnaut, el gran maestro del Gran Oriente Lusitano, la mayor representación masónica portuguesa.-
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