Severa crítica al programa de Bush para la NASA por falta de definición
Pocas semanas antes de que el lanzamiento del Discovery marque la vuelta al espacio de la flota estadounidense de transbordadores, dos influyentes expertos han asegurado que los planes de la Administración Bush para la exploración tripulada del espacio están condenados al fracaso si no se produce una fuerte inyección de dinero y se hacen cambios fundamentales. "La actual política espacial estadounidense presenta una imagen paradójica de grandes ambiciones y decrecientes compromisos", afirman los expertos en un documento, presentado en la Academia Americana de Artes y Ciencias.
Los autores son George Abbey, ex-director del Centro Espacial Johnson (Houston) y 2001, y Nean Lane, asesor científico de la Casa Blanca bajo la presidencia de Bill Clinton. El informe procede de reuniones mantenidas con empresas espaciales y agencias internacionales, así como de reuniones de expertos celebradas en la academia y en la Universidad Rice de Houston, en la que ambos autores trabajan ahora.
Abbey y Lane manifiestan su esperanza por el nuevo director de la NASA, Michael Griffin, que tiene capacidad técnica y que ha empezado a cambiar una cultura de gestión muy criticada por la pérdida del transbordador Columbia hace dos años. Pero afirman que "la actual política espacial está mal definida y su senda de futuro es incierta".
Griffin defiende los planes espaciales de la Administración: "Si tuviera que escribir en un folio lo que la NASA debería de hacer sería muy parecido a lo que está intentando hacer".
El documento identifica cuatro fallos que comprometen las perspectivas de éxito de EE UU en el espacio: planificación inadecuada para el futuro de la NASA; erosión de la cooperación internacional; restricciones del congreso sobre la exportación de tecnología y escasez previsible de la fuerza de trabajo, empeorada por las restricciones posteriores al 11-S de los visados para estudiantes extranjeros.
La Visión para la exploración espacial de Bush, anunciada en 2004, dice que debe estar terminada la Estación Espacial Internacional (ISS) en 2010 y que finalizará para esa fecha el programa de los transbordadores, creándose un nuevo vehículo tripulado que volverá a la Luna hacia 2020 "como punto de lanzamiento para misiones más lejanas", incluida Marte.
Abbey y Lane consideran que el plan presidencial es "osado desde todo punto de vista" y escriben: "Es incompleto, en parte, porque suscita preguntas serias acerca del compromiso futuro de EE UU con la astronomía y con las ciencias planetaria, espacial y terrestre. Es irrealista desde la perspectiva del coste, el calendario y la capacidad tecnológica". Y añaden: "Seguir el plan de la NASA, tal y como está formulado, probablemente provocará un daño substancial al programa espacial de EEUU".
El documento afirma que el programa espacial plantea una estrategia autónoma en varias áreas, haciendo que muchos de los socios espaciales de EEUU expresen su preocupación. La intención de colocar armas en el espacio puede poner aun más en peligro los intentos de alcanzar la cooperación internacional, dice Abbey.
Abbey explica que, según el plan actual deben dedicarse a la perspectiva Luna-Marte 5.000 millones de dólares anuales en los próximos cinco años, del presupuesto de la NASA (16.000 millones de dólares). El programa que llevó el hombre a la Luna en los años sesenta costó más de 125.000 millones de dólares (en términos constantes), por lo que "5.000 millones anuales probablemente no te pongan siquiera en órbita".
Para Griffin la financiación del programa espacial es adecuada. "Podemos ir a la Luna, podemos ir a Marte, no tan rápidamente como con el programa Apolo, pero, desde luego, podemos hacerlo", dice al añadir: "No estamos aún en la senda debida, pero estamos dirigiendo la nave hacia ella".
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