Carta a una estudiante
Estimada señora presidenta de la Comunidad de Madrid: soy una estudiante, entre tantas, de las que vemos pasar los meses de julio y agosto entre libros, siempre que esté permitido. Y digo esto porque la Comunidad de Madrid, en un alarde de comprensión, ha decidido abrir un número de bibliotecas 24 horas durante el mes de julio. Yo suelo acudir a la situada en la calle de Azcona, recién reformada, con aire acondicionado en sus cinco plantas, mesas amplias y luminosa. Espléndida.
Pero cuando llega la hora de cierre del horario habitual y entran en vigor las 24 horas, únicamente una planta queda abierta. Reímos y lloramos porque, desde el suelo, intentando estudiar, sabemos que en el resto de las plantas continúa funcionando el aire acondicionado, hay luz y mesas libres que parecen llamarnos. Pero está prohibido utilizar esas plantas.
Nos hablan de ahorrar energía, de ser eficientes, de aprovechar las ayudas nos dan ánimos para estar formados y conseguir así los ansiados objetivos de la Agenda de Lisboa.
De nuevo desde el suelo, quisiera ser una mota de polvo, para irme con mis libros a la cuarta planta, luminosa, fresca y vacía, y así aprobar mis oposiciones y ser una funcionaria ejemplar pero en esa planta no está permitido estudiar.
Con ella se reducen mis posibilidades de pasar los exámenes. Porque lo lógico y lo eficiente, en este Madrid, es construir una biblioteca de cinco plantas y permitir estudiar sólo en una y, luego, en elecciones o ante la prensa, divulgar la política de las 24 horas y las ayudas a los estudiantes que, por qué será, cada vez estudian menos.
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