Javier Balda pinta sus diálogos con el volumen
"El miedo me hace ser meticuloso y cauto en el planteamiento de un cuadro. Excesivo tiempo, demasiada sutileza para resultados tan escasos", escribió en una ocasión el pintor Javier Balda (Pamplona, 1958). Es una cita con la que el artista quisiera no identificarse, pero que refleja un pensamiento que en más de una ocasión le aborda durante el proceso de creación de sus obras, en las que establece un diálogo entre la representación plana y el volumen.
Un diálogo que se puede ver actualmente en la galería donostiarra Altxerri (Reina Regente, 2), donde Balda expone hasta finales del próximo mes de julio una serie de trabajos realizados a lo largo de los dos últimos años.
El pintor explica que en las piezas de gran formato que presenta en esta muestra, que ha titulado Revisiones y tramas, "hay volumen, hay diferentes espesores de soporte, pero no hay tantos elementos aplicados" como en otras ocasiones. "He recuperado un poquito más el plano", comenta. Y admite que a veces se topaba ya con "un problema físico" al "ir aplicando cosas contra la pared". "O se convertían en escultura, o qué eran", se pregunta, pero eso no le impide añadir que "la pintura hoy no tiene límites".
Balda juega en las obras expuestas con el empleo de materiales diversos, desde el papel hasta la fotografía. "Son elementos que no son propios de la pintura, objetos que funcionan en mis cuadros como metáforas de mi personalidad, de mi carácter", confiesa.
El pintor, un habitual en las últimas ediciones de la feria de arte contemporáneo Arco de Madrid, tiene un apego especial a lo que ha bautizado como Dietario y que inició en 1998. Es una tira larga de pequeñas piezas que va creciendo día a día y que no falta tampoco en la muestra de Altxerri. "Es una especie de imaginario más nutrido y heterogéneo que los cuadros grandes", señala. Balda subraya que "no son bocetos, son piezas autónomas", aunque siempre las exhiba "todas seguidas, como si fuera una secuencia de película, pero con un orden cambiante".
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