Unidad Alavesa aprueba a puerta cerrada su disolución

El séptimo congreso de Unidad Alavesa (UA) aprobó ayer una resolución que pone en marcha el proceso de liquidación del partido foralista, que se ha mantenido 16 años en la política vasca con presencia institucional. Las disensiones internas en una organización que nació en 1989 como escisión del PP han acabado por dilapidar un caudal político que en 1991 le llevó a tener 11 representantes en las Juntas alavesas (Legislativo provincial) y en 1994 a conseguir grupo en el Parlamento vasco, con cinco escaños. En las elecciones vascas de abril UA no logró revalidar el único escaño que tenía.

El congreso apenas duró hora y media y se celebró en su sede en Vitoria casi en la clandestinidad, a puerta cerrada, sin permitir la presencia de los medios de comunicación y sin que nadie explicase personalmente la liquidación del partido. La secretaria general, Enriqueta Benito, se limitó a enviar por fax un comunicado de cinco párrafos encabezado por la frase "Unidad Alavesa clausura sus servicios a la comunidad de ciudadanos".

Benito ha sido la última en dejar el barco tras la renuncia ante notario en las horas previas al congreso de su último representante institucional, el juntero alavés Ernesto Ladrón de Guevara.

El congreso, al que asistió una treintena de personas, no cuestionó las cuentas aprobadas el 1 de junio. UA posee un piso en Vitoria y un pabellón en un polígono industrial a las afueras de la ciudad tasados en 660.000 euros. Ahora tendrá que saldar las deudas contraídas en las sucesivas elecciones. Después, según sus estatutos, deberá entregar el dinero sobrante a las asociaciones sin ánimo de lucro que elija la comisión liquidadora. La formación tiene contraídos actualmente créditos con tres entidades por un total de 480.000 euros.

Ladrón de Guevara se ha reservado el derecho de ejercer acciones judiciales contra Benito por las cuentas. El juntero le requirió notarialmente para que mostrase los libros de cuentas, que dice desconocer. Benito le replicó con una dura nota en la que aseguraba que el juntero disponía de todos los datos porque ella se los había enviado.